«Espero que no te hayas olvidado de mí. ¿Jugamos?».
Acompañada de una altísima expectación llegó la última (de momento) novela de
Juan Gómez-Jurado, "
Rey Blanco". Comienza en el momento exacto en que terminó su antecesora, "
Loba Negra", que es a su vez la continuación de "
Reina Roja". Y deja la incógnita de si habrá más tras ella.
Jon Gutiérrez sigue siendo el policía entrañable de antes, aunque su buen humor y paciencia se ven un tanto mermadas. Y su sarcasmo resulta más ácido que hasta ahora. Lógico, ya que lleva la amenaza de la muerte tan encima que en todo momento cree oír su propia cuenta atrás. Aun así, resulta divertido en numerosas ocasiones, solo que él ni lo busca ni se da cuenta de ello. Él lo que quiere es volver a ver a su madre y envejecer (bueno, y algunas cosas más), una empresa que se le ha puesto muy cuesta arriba. Aunque no todo es negro opaco, ya que cuenta con la ayuda de una de las personas más inteligentes del planeta. Hay quien dice que la más inteligente del planeta.
Antonia Scott también mantiene sus altas capacidades y su competitividad, características inherentes a su personalidad. Sin embargo, observamos una alteración importante en sus emociones: las tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones. Y es que el tiempo, corto pero intenso, que ha pasado con Jon desde que ambos se conocieron ha permitido fraguarse una amistad profunda y verdadera, de esas que no tienen nada que envidiar al amor porque cambian a las partes para adaptarte entre ellas y duran mucho más. Probablemente ni la propia Antonia supiera lo importante que era Jon para ella hasta que vio de cerca, de muy cerca, la posibilidad de perderlo. Casi con seguridad, hasta que la muerte se reflejó en los ojos de su compañero, no supo que no habría nada que no fuera capaz de ofrecer para salvarlo.
Scott y Gutiérrez conocen a la perfección lo que deben hacer, aunque no siempre saben cómo. Se enfrentan a un enemigo poderoso en todos los sentidos, tanto que llega a ser receptor de la admiración de la propia Antonia. Por momentos se sienten títeres, hámsteres en un laberinto cuya salida no encuentran por más vueltas que dan. Pero no pueden rendirse, Antonia es una competidora nata y Jon… Jon no tiene más remedio que luchar si pretende volver a comerse un par de huevos fritos.
Una de las características más notables de "
Rey Blanco" es la velocidad; la velocidad a la que han de pensar nuestros protagonistas, la velocidad que alcanza el ritmo de la narración y a la que se pasan las páginas. Capítulo a capítulo, una y otra escena se sucede sin un mínimo momento de relajo: tensión que se mantiene a lo largo de las más de quinientas páginas. Casi nada. De hecho, esta novela merece una segunda lectura para, ya sin la ansiedad por conocer el desenlace, poder disfrutar de la prosa de
Juan Gómez-Jurado y de sus personajes únicos.
Hablamos de una trilogía compuesta por "Reina Roja", "Loba Negra" y "Rey Blanco"; no obstante, esta historia comenzó mucho antes. Tanto que se puede considerar una
pentalogía junto con dos de las novelas anteriores del autor: "
El Paciente" y "
Cicatriz". Si bien no es necesario haber leído estas dos últimas para entender las otras tres (yo no lo he hecho, de momento), sí deben de ayudar a comprender algunos comentarios.