Perfidia

La guerra se avecina. En el centro urbano de Los Ángeles retumba el estruendo de los que animan a los soldados. Una muchedumbre saluda a los valientes y celebra la futura masacre con ambiente festivo. Corre el año 1941 y los Estados Unidos está a punto de entrar en la Segunda Guerra Mundial. Los yankis parecen encantados de participar en ella. Hasta hay quien, como la señorita Kay Lake, ve en este acontecimiento macabro una oportunidad.

El hallazgo de una familia nipona muerta en su vivienda pone en alerta al departamento de policía. Los cuatro cuerpos aparecen en el suelo totalmente destripados. Sus vísceras se mezclan con la sangre semicoagulada. A su lado aparecen cuatro espadas manchadas de sangre. Espadas tradicionales japonesas. De hojas largas y curvas y empuñaduras de cuero. A primera vista la imagen sugiere un ritual japonés de suicidio colectivo. Seppuku, harakiri o algún otro método tradicional para acabar con el deshonor.

El detective de homicidios Dudley Smith pide a Lee Blanchard que pida refuerzos. El ex boxeador metido a policía obedece. Aparece en escena el joven y prometedor forense Ashida. Su brillante carrera le hace un buen candidato para ayudar en el caso. Su origen japonés también ayuda. Es el único japo al servicio del Departamento de Policía de Los Ángeles. También uno de sus miembros más eficaces.

Ashida examina la escena del crimen. Hay algo que no cuadra. La posición de los cuerpos. El orden en la casa. La colada recién hecha. El trazado de los cortes de las espadas en los cuerpos. Tal vez no se trate de un suicidio. Es difícil saberlo. En Los Ángeles los japoneses no eran bien recibidos. Él lo sabía de primera mano. Ahora es todavía peor. Con la guerra en ciernes los japos son mirados con mayor miedo y desconfianza.

Este es el panorama en la ciudad. La policía está tan corrupta como los delincuentes que persigue. La Brigada de Robos y Atracos anda desbordada y escasa de efectivos. Los delitos aumentan cada día. Violaciones, robos, asesinatos, asaltos a mano armada. Una guerra de proporciones descomunales a punto de estallar. Amenazando con volar al mundo en pedazos. Y la jovencísima Kay Lake pensando en alistarse. Como reacción contra la pasividad. Contra el aburrimiento. Para salir de la vida de naderías en la que anda instalada. La vida cómoda que le proporciona el ex boxeador Lee Blanchard. Blanchard, el hombre que William H. Parker tiene bajo el punto de mira. No dejará de investigarle hasta que confirme sus sospechas.