Si aún viviera a día de hoy, Mario Puzo podría seguir presumiendo de haber escrito extensamente sobre un tema nunca abordado hasta el momento. Si no se trató antes no fue por el temor a las críticas, ni siquiera porque se alejase de lo políticamente correcto. No. Si nadie habló sobre ello con anterioridad fue porque ningún escritor demostró contar con los conocimientos adecuados. Puzo actuó entonces como la llave maestra: la que abriría el candado del hermetismo. La que abriría el candado de la Mafia.
"El padrino" narra la insólita historia de una de las familias sicilianas más influyentes: los Corleone. Asentados en Nueva York y encabezados por su patriarca Don Vito, se verán obligados a hacer frente a una serie de sucesos internos y externos que pondrán de relieve los misterios que se esconden detrás de los bajos fondos, los contactos y las negociaciones más sórdidas.
Lo primero que se aprecia con la lectura de la obra es que el autor cuenta la trama guardando cierta distancia. A pesar del elaborado desarrollo de los personajes –a los que se llega a psicoanalizar en ocasiones–, Puzo se mantiene frío y aséptico la mayor parte del tiempo, aportando descripciones abundantes, pero nunca apelando a la empatía del lector. Este estilo narrativo forma parte del entramado de mensajes que intenta transmitir la novela y simboliza prudencia. En las cuestiones que conciernen a la Mafia siempre será mejor no inmiscuirse. Las intromisiones nunca se pagan baratas. Y tampoco se pagan con dinero…
A través de esta narración tan peculiar, Puzo muestra la que, a su juicio, es la manera de proceder de los Corleone: la degradación de las relaciones de amistad hasta que estas se convierten en un vínculo basado casi exclusivamente en el interés propio y el intercambio de favores. En un mundo en el que solo se recompensa debidamente a las personas ricas y las prestaciones sociales aparecen como un asunto secundario en cualquier agenda política, los Don se ven obligados a intervenir. Y, en estos casos, intervenir se traduce en comportarse como una verdadera autoridad estatal: cordial en el trato, pero implacable si resulta conveniente. Y, por supuesto, atrás quedan los amigos. En la realidad que vive la familia Corleone, la desconfianza pesa mucho más que el cariño.
No solo es esta una moraleja negativa, sino que, además se hace necesaria. Puzo no desaprovecha la oportunidad de criticar el manido tópico norteamericano del individualismo y el emprendimiento. Aquellos que no dispongan de los medios para lanzarse a la aventura son inmediatamente relegados a un segundo plano y olvidados por el conjunto de la sociedad. La Mafia se ha erigido para ellos como el faro salvador, el último recurso al que acudir para lograr una vida próspera. Adentrándose en los cauces de la ilegalidad y el máximo riesgo, pero, en situaciones desesperadas, soluciones desesperadas. En definitiva, si no llega a ser por los Corleone, ¿qué habría sido de América?
"El padrino" es una novela única, con valores diametralmente opuestos a los convencionales, que defiende que la violencia está justificada cuando de nada sirven las palabras y que existen batallas que, sencillamente, no se ganan dialogando. Su marcada originalidad hará las delicias de los amantes de la literatura del crimen. Porque muestra sin tapujos el tipo de justicia que no se imparte en los tribunales: la justicia que cada uno se toma por su propia mano. La justicia prohibida. Y es bien sabido que lo prohibido siempre es lo más atractivo.