"El maldito alemán" es una historia de progreso tecnológico aplicado a la salud que desearíamos que fuera realidad lo antes posible a falta de una solución que eliminara la enfermedad a la que entendemos que se refiere el autor, González de la Torre, sin necesidad de explicitarla. Una historia de sentimientos pero no de sentimentalismos. Una historia de las que te hace pensar e irremediablemente soñar.
La trama es original e interesante. Tener la posibilidad de gestionar nuestros recuerdos cuando las lamentables enfermedades neurodegenerativas aparecen en nuestras vidas, con el fin de reactivar la memoria todo lo que sea posible y ganarle espacio y tiempo a la enfermedad es, cuando menos, una quimera deseable y grata, al menos en la actualidad.
La narrativa de González de la Torre es ligera y rápida, inteligente y motivadora, sin pretensiones gongorinas lo cual es digno de celebración en un momento en el que muchos piensan que recargando un texto con giros del lenguaje (no siempre bien utilizados), recursos literarios sinfín y otras irresponsabilidades literarias se convertirán en escritores de primera línea con la primera novela. Ojalá fuera tan fácil convertir los sueños en realidad. Pero la ficción literaria tiene un trabajo de días, días y más días para quienes no nacemos con esa habilidad innata.
La ambientación es cercana al lector común, ese que lee para entretenerse, ese que quiere desconectar de un largo día y descubrir una historia agradable —aunque el trasfondo de la historia sea una penosa enfermedad, la historia tiene un perfil amable y delicado— que le permita pensar en propósitos esperanzadores. Los personajes son creíbles, como cualquiera de nosotros —porque cada uno de nosotros somos susceptibles de sufrir este tipo de enfermedades, con más o menos probabilidad, pero nadie está libre de sufrirlas—; personajes con los que fácilmente podemos empatizar.
Entre las páginas de "El maldito alemán", muchos lectores nacidos en los setenta y principios de los ochenta (y quizá después también) recuperarán recuerdos de sus vacaciones de verano, aquellos años en los que éramos capaces de sobrevivir sin móviles, sin depender de las redes sociales, sin preocupaciones… porque simplemente éramos niños o adolescentes que aprovechábamos esas semanas en la playa, en el pueblo o donde fuera en cada caso para jugar, tener las primeras experiencias sentimentales —aunque no fuéramos conscientes de ello— y acumular historias que pudiéramos contar a nuestros amigos al volver al colegio en el siguiente curso. Este libro tiene un poder de remembranza en el lector especial, un tipo de juego de luces y sombras en el que te empeñas en no dejar de leer y a la vez necesitas parar y ordenar tus recuerdos y rescatar momentos que ya no revivías, que habían pasado al fondo del archivo…
A veces te encuentras pequeños tesoros sin haber pensado que ocurriría y descubres libros como el de González de la Torre, que con su primera novela es capaz de reactivar recuerdos, evocaciones… es capaz, en definitiva, de regalarnos una oportunidad para liberar tensiones y relajarnos leyendo una historia que despertará olores, imágenes, sonidos… que reactivará memorias con la simple tecnología que incorpora un libro entre sus páginas.