Juan Martínez y Sole se ven inmersos en la revolución Rusa de 1917 después de haber estado recorriendo gran parte de Europa con su espectáculo en cabarets y otras salas de espectáculos. Años más tarde, Juan Martínez conoció al periodista Manuel Chaves Nogales y comenzó a contarle parte de sus vivencias durante este conflicto y la posterior guerra civil que vivió el país. Chaves Nogales, admirado por lo que le estaba narrando en primera persona el bailador, decidió dar luz a los recuerdos en forma de novela: "El maestro Juan Martínez que estaba allí".
La narración nos va llevando por el día a día de esta pareja de españoles que nada tenía que ver ni con los habitantes, ni con las ideologías, ni mucho menos con los acontecimientos de la revolución y la guerra civil. Las dificultades iniciales parecen convertirse en nada cuando vamos avanzando por las páginas de este libro y vamos descubriendo los horrores de un guerra: asesinatos injustificados, asesinatos ideológicos, asesinatos económicos… y todas las circunstancias que podamos imaginar que desconsuela y acaba con la moral y fortaleza de una sociedad, hambre, falta de dinero, falta de trabajo para ganar un boleto que daba acceso a una posibilidad de conseguir comida (casi nunca a conseguir comida directamente). Las circunstancias sociales y las creencias que sirven para poner valor a la vida de una persona: tú vives o tú no vives porque piensas que…, crees en… tienes…
Los viajes que Juan Martínez y Sole tiene que emprender por diferentes ciudades de Rusia, bien en busca de oportunidades laborales, bien huyendo de los peores momentos del conflicto, nos sirven para conocer situaciones cada vez más tremebundas. Los personajes que vamos conociendo, casi difíciles de imaginar (aunque cada vez es más evidente que la realidad supera con creces a la ficción), nos sirven para entender mejor cómo vivían los ciudadanos aquellos años de contienda política, ideológica, social... Como el capítulo dedicado al japonés Masakita. Por un lado formaba parte del Sindicato del Circo y por otro era un profesional colaborador con la Checa de Kiev. Lo primero le permitía tener una cierta seguridad para vivir; lo segundo le reportaba unos ingresos seguros. ¿Su trabajo en la Checa? Aplicar la ley de la línea roja en la lista, es decir, descerrajar un tiro en la nuca de quienes debían morir. ¿Su recompensa? Una cantidad alta de dinero y las ropas del asesinado (esto último más valorado).
Manuel Chaves convierte a Juan Martínez en narrador directo de los acontecimientos. Este nos cuenta sus equilibrios continuos para estar a bien con casi todas las partes: con el ejército rojo, con el ejército blanco, con la comunidad judía, con proletarios, con burgueses… siempre caminando en el filo de la navaja, pero sobreviviendo e incluso haciendo amigos a los que ayudó y los que le ayudaron a él y a Sole.
Entre el 10 y el 12 de agosto, la obra se ha representado en los Teatros Luchana de Madrid, dentro del I Certamen Nacional de Artes Escénicas de Teatros Luchana, con la adaptación y dirección de Alfonso Lara (antes se representó en el Teatro Campos Elíseos de Antzokía y en el Teatro Real Carlos III de Aranjuez). Una oportunidad para haber leído la obra y haber visto la adaptación teatral casi a la par. Y para comprobar si esa sombra irónica que encontramos en la novela se ha llevado también a los escenarios.