Seguramente esta novela ha sido una de las más leídas por jóvenes y no tan jóvenes. Clásico relato de aventuras, y todavía más clásica aún narración de piratas, "La isla del tesoro" es, además, una historia de iniciación a la vida adulta de su protagonista, Jim Hawkins, el joven con el que el lector se puede sentir identificado. Es también un relato de interesante corte moral donde el bien es preferible e identificable, pero el mal a veces se disfraza de algo y no es tan fácil estar seguro de por qué nos atrae tanto. Stevenson era inteligente, conocía el alma humana y escribió esta historia ideada para jóvenes a modo de entregas que se publicaron en la revista infantil Young Folks inicialmente.
Lo que cuenta, de modo resumido, es lo siguiente: un chico, Jim Hawkins, vive en una posada propiedad de sus padres, estamos en Inglaterra, siglo XIX, hay un marinero alojado allí que muere en extrañas circunstancias, huyen Jim y su madre, hay un mapa de una isla donde hay escondido un tesoro de piratas, se fleta un barco, La Hispaniola, para encontrarlo hacen el viaje, pero todo se complica porque la tripulación no es lo que parecía, la isla no está deshabitada como creían y el tesoro tampoco donde se pensaba. Y hasta aquí puede contarse: es mejor leer el libro y no destripar qué pasa. Vaya por delante que, además, hay un loro, canciones de piratas, un cofre del muerto y varias referencias que, como hemos dicho ya, hoy se han convertido en clásicas de la literatura de piratas. Es cierto que Jim es el principal personaje, pero John Silver no le anda a la zaga, es clave y, a veces, parece incluso más importante.
Hay algo de miedo en escenas memorables, como cuando escapan de la posada o Jim se cae en el barril de manzanas, que, releídas veinte o treinta años después de la primera lectura en la infancia, vuelven a provocar la sensación de inmersión en el relato, de vivir aquello que pasa, la señal inequívoca de que el autor nos está contando muy bien algo.
Stevenson es un excelente tusitala, un narrador de historias como le llamaron en Samoa, capaz de generar intriga y enganchar al lector. Aquí evoca una geografía y un mundo que, por cierto, él, en este caso, no conocía más que por terceros, a pesar de que su padre y abuelo fueron constructores de faros.
Esta es una novela, en definitiva, de las recomendables para hacer buenos lectores a partir de los diez años, ajena la historia a lo simple, previsible o simplemente tonto de algunas historias juveniles de hoy, por no decir infantiles, y desde luego que a lo políticamente correcto que se lleva tanto. Por ejemplo, como anécdota cabe mencionar que, salvo la madre de Jim, no hay ninguna otra mujer en el relato.
En definitiva es buena literatura "La isla del tesoro", carne roja con sustancia que se puede dar a quien tenga ya buenos dientes, no los de leche, y coma a la mesa con tenedor y cuchillo, cortando él las piezas de la carne y masticando. Si tal es el caso, literariamente hablando, del potencial lector, no lo dude. No es menospreciar a Harry Potter, es dar un clásico para todas las edades y educar el gusto, que también se hace en este ámbito.