La trilogía
Isabel, la Reina presenta, de la mano de
Ángeles de Irisarri, a la reina
Isabel la Católica, desde su infancia hasta sus últimos días. Irisarri realizó un gran ejercicio de investigación y adaptación narrativa para presentar, casi como un cuento, a una de las figuras femeninas más importante de la historia de España.
El primero de los volúmenes,
Las hijas de la luna roja, incluye los primeros años de Isabel I de Castilla, desde su nacimiento en 1451 hasta su boda con Fernando de Aragón en 1469. Con la base histórica precisa, Irisarri acompaña la narración con otros tres personajes femeninos, coetáneas de la reina, que nos permitirán ir conociendo la sociedad de la época. Entre realidad y ficción, la autora nos lleva de la mano por esta época con el uso intercalado del lenguaje de la época, pero sin permitir que esto convierta la obra en incomprensible, lenta o inabarcable para cualquier lector.
En
El tiempo de la siembra, nos moveremos a lo largo de los diez primeros años del matrimonio de los reyes. De nuevo tres personajes, nacidos casi a la vez que la reina, sirven como hilo conductor para presentar la situación social y política en el periodo que se produce la coronación de los monarcas. Así, sin abarcar la narración desde un plano próximo a la reina, Irisarri tiene más libertad para presentar la realidad de la época envuelta, eso sí, en una ficción narrativa cargada de descripciones y situaciones casi increíbles.
Por último,
El sabor de las cerezas, nos enfrentamos a los años finales de Isabel. Sus hijos, el descubrimiento de América, la expulsión de los judíos… y como no, el soporte fundamental de esos otros tres personajes que ayudan a la construcción de la novela. Las historias de los personajes femeninos se van desarrollando de forma independiente, pero hay momentos en los que se entremezclan la tres tramas (la de la reina, la de las hermanas gemelas y la de la campesina), aportando mayor entretenimiento y nuevas curiosidades a esta novela costumbrista, pues supone la conexión de tres niveles sociales bien diferenciados. El uso de la realidad acontecida en esta época de nuestra historia junto con la narración ficticia de los hechos permite a la autora llegar a regalarnos una fina ironía en determinados momentos, jugar con la versión arcaica de nuestro idioma y ofrecer una versión nacida del conocimiento que da la investigación y estudio, y también la perspectiva más actual de lo que fueron aquellos años. Esto genera cierta controversia en la lectura ya que
Irisarri nos está presentando una historia del siglo XV, pero con capacidad, conocimientos y punto de vista del siglo XXI.
María de Abando, uno de los tres personajes paralelos a la vida de la reina, aporta un matiz mágico (podría decirse que propio de la época) a la obra. María es una huérfana campesina vasca, que tiene la suerte (o no) de ser criada y educada por dos vecinas muy versadas en magia y hechicería. Este personaje, además de ser importante en la trama construida por la autora, le facilita aprovechar el efecto de la magia en la propia narración.
Pero no hay que olvidar que la obra se basa en la figura de
Isabel I, una mujer que ha dado para escribir gran cantidad de páginas sobre ella misma y sobre sus actos durante su reinado.
Ángeles de Irisarri decía en una entrevista en ABC: «Tenemos mucho que aprender de ella, infinitas cosas. Para empezar, su sentido del Estado. Además, fue la primera reina de España que de verdad reinó. Ya se le dejó bien claro a Fernando que ella no iba a ser una mujer florero. Fue una adelantada, recuerde su fe en Colón, siempre estaba al pie del cañón y era una mujer muy culta, en su baúl había ciento cincuenta libros, una cifra que aquellos tiempos prácticamente no se daba ni en los monasterios» (
http://www.abc.es/20120328/cultura-libros/abci-angeles-irisarri-isabel-dejo-201203271849.html).