Hace cuarenta años (Maria Van Rysselbergue)-Trabalibros
Hace cuarenta años
Ficha técnica:
Editorial: Errata naturae
ISBN: 978-84-15217-31-2
Número de páginas: 88
Género: Narrativa
Valoración:
"No dejemos que nada se pierda, ni de nosotros ni de la vida; aceptémosla tal y como viene; todo puede ser muy hermoso, hasta las lágrimas que nos guardamos de derramar... Nada puede hacer que esto no exista; nunca nada podrá hacer que esto no haya existido. Me gustaría dejarte de este momento un recuerdo que te elevara por encima de ti misma y te transportara... durante mucho tiempo"
En toda vida hay, según Michel de Montaigne, una trastienda o, como la llama Maria van Rysselberghe, una "zona reservada y en retaguardia". Quizá es la parte menos visible, menos social, pero sin duda es la más trascendente, sobre todo en lo que se refiere al mundo de los afectos. Es una zona estratégica de la que parten los imperativos emocionales más profundos e ineludibles. Se trata de nuestra vida secreta, de "las tierras de nuestra indecible realidad".

La viabilidad de algunas de nuestras relaciones fundamentales depende en gran parte de que el contenido secreto de esta vida no sea revelado. En cada compromiso que adquirimos, en cada verdad que enunciamos, hay siempre un grado de reserva mental a través del cual nos guardamos un espacio propio y flexible que pueda contener nuestros sueños inconfesables, nuestros pensamientos perturbadores o aquellos deseos que no pueden ser "tolerados". Es un espacio en el que no se puede perdurar, pero por el que necesitamos transitar con cierta frecuencia aunque sólo sea fugazmente. Nuestro equilibrio psíquico nos va en ello.

Maria Van Rysselberghe rememora en este breve texto de autoficción un romance de apenas un mes ocurrido cuarenta años antes con Hubert (el poeta Emile Verhaeren), amigo íntimo de Antoine (el pintor Theo Van Rysselberghe), marido de la narradora y padre de su hija Irene. La casualidad reúne a Maria y a Hubert en una casa idílica entre las dunas del mar del Norte y es allí donde ambos, unidos por la literatura (Baudelaire, Heine, Laforghe, Flaubert...) experimentarán la intensidad de un amor "inapropiado" pero profundamente enriquecedor que marcará la futura existencia de Maria. La "Petite Dame", que así es como la llamaba André Gide, consigue reflejar de forma luminosa y poética "la historia de un breve instante, de un acorde cuya resonancia se ha prolongado a lo largo de toda una vida". Treinta días de un amor continente y casto, pero no por ello menos febril, que provocará en los amantes una elevación de su nivel existencial cercana a la iluminación, a un estado de ebriedad "más allá de toda alegría o dolor".

El amor entre Maria y Hubert, que transcurre a finales del siglo XIX, es adúltero y saben que, de hacerse público, las personas a las que más quieren -sus respectivas parejas- no sólo sufrirán, sino que ya nunca más podrán creer en nada. No quieren mentirles, conscientes de que el engaño "es una cuesta abajo sin posible vuelta atrás" y que la clandestinidad y el sigilo son degradantes e indignos. Por ello deciden, no sin gran dolor, dejar de verse aunque, eso sí, prometiendo conservar intacto en lo más profundo de su ser la belleza de lo que han sentido y guardarlo en la memoria para siempre, sabedores de que "los corazones se robustecen con semejantes recuerdos".

Según la psicología profunda, la sublimación del sexo y su transformación cultural en erotismo y amor es una constante en nuestra especie, de ahí la infinita variedad de matices en los que se despliega el hecho amoroso a lo largo de la historia. En este caso concreto, el amor entre Maria y Hubert, por su alto nivel de espiritualización y refinamiento, nos recuerda al "amor cortés" o "fin´amors" que, en oposición al "amor villano" (copulación y procreación) aparece en el siglo XII en el mediodía francés como una doctrina del amor, como un conjunto de ideas prácticas y conductas que constituyen un ideal de vida superior para los amantes. El amor en Occidente, para Denis de Rougemont, es una creación de los trovadores provenzales y defiende que alguno de los códigos amorosos que establecieron estos poetas siguen vigentes en la actualidad, no sólo en la manera de sentir el amor, sino también en la forma de verbalizarlo o de describirlo. Maria y Hubert, de alguna manera, son herederos de estos códigos y, a través de su exaltado y opulento amor, trascienden por un momento al menos su condición temporal. En virtud de una práctica amorosa de claros componentes ascéticos y estéticos llegan a un estado de felicidad indefinible cercano a la gracia -la "joi" de los provenzales-, la máxima recompensa del amor, este misterioso y "fecundo acorde del que nunca nos saciamos".
Otros libros de este autor:

Galería privada

Los cuadernos de la Petite Dame

Maria Van Rysselberghe-Trabalibros
Para un ruiseñor (Maria Van Rysselberghe)-Trabalibros
Libros con curiosas coincidencias:
Nueve años después de haber escrito "Hace cuarenta años" Maria Van Rysselberghe publicó "Para un ruiseñor", una segunda rememoración poética, luminosa y teñida de melancolía del gran amor que vivió con Emile Verhaeren.
Otros libros relacionados:
Aunque formalmente son libros muy distintos, ambos se empeñan en contar un breve pero intenso idilio.
Maria Van Rysselberghe y Fleur Jaeggy pertenecen a esa exquisita estirpe de escritoras casi secretas, pero imprescindibles.
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