Ruth Hogan (Bedford, Inglaterra) nos trae a una serie de personajes que viven su historia en diferentes momentos temporales, y desde las primeras páginas el lector desea que sus caminos se crucen. No podría decantarme por un protagonista principal: Anthony, Therese, Bomber, Eunice, Laura, Freddy o Sunshine; todos ellos son imprescindibles en esta tierna historia de olvidos y reencuentros, de alegrías y tristezas, de esperanza y de curiosidades.
Anthony es escritor, tiene una historia de amor sincero y eterno con Therese; pero Therese muere demasiado joven. Laura comienza a trabajar en Padua, la mansión de Anthony cuando Therese ya había muerto; en esta casa trabaja Freddy como jardinero. Bomber es editor y Eunice comienza a trabajar para él. Sunshine es una joven de diecinueve años que aparece en escena para convertirse en amiga de Laura y Freddy en un momento difícil para Laura. Hay más personajes secundarios: familiares, compañeros/rivales de trabajo, perros, vecinas, parejas ocasionales… Pero son esos siete alrededor de los que gira esta historia. Sin tener en cuenta los objetos perdidos, claro está.
La historia se bifurca en dos; ambas tienen como hilo conector a Anthony, quien vive enamorado de Therese todavía después de la muerte de ella. Vive atormentado porque fue incapaz de cumplir la única promesa que le hizo a su amada. Este es el motivo por el que comienza a “rescatar”
objetos perdidos y acumularlos en su casa junto con una breve nota en la que escribía dónde había encontrado cada objeto, la fecha, hora… Laura, sin saberlo, se ve envuelta en la tela de araña de Anthony ha ido tejiendo alrededor de los objetos perdidos.
Hogan nos presenta una historia llena de saltos temporales, llena de historias secundarias: las de los personajes secundarios, las de los
objetos perdidos y rescatados y también la de los perros adoptados. Todo ello hace de este libro una delicada novela enfocada a las segundas oportunidades que tenemos las personas. Segundas oportunidades en el amor, en la amistad, en recuperar un objeto que damos por perdido para siempre. Y sobre todo es una novela de esperanza; adornada por un estilo narrativo plagado de precisas descripciones, humor y una sensibilidad necesaria para tratar determinados debates sociales con cuidado pero de forma directa.
La novela está acompañada de un entorno literario, no olvidemos que Bomber es editor y Eunice trabaja para él; y también de referencias cinematográficas constantes. Acompañada también de rupturas con vidas que solo aportan insatisfacción para buscar una vida plena (con la suerte, eso sí, de poder encontrar esa vida plena, al fin y al cabo es una novela). Y por lo que la propia autora dice de sí misma al final del libro, tiene matices autobiográficos.
La gran virtud de la narración, además de la ternura, la doble trama, las descripciones, las referencias literarias y cinematográficas, los personajes descritos a la perfección… es la capacidad de mantener al lector con la necesidad de saber cómo acaba la historia de cada uno de los personajes, vivos o muertos, y cómo será la forma de hacer que las diferentes tramas lleguen a unirse, si es que al final lo hacen. Detalles extraterrenales que aceptamos con normalidad desde el primer momento que aparecen, porque sin esos detalles la historia quedaría defectuosa, son la guinda para una novela que es fácil y agradable de leer. «Pero no se trataba solo de los objetos perdidos», por eso hay que leer "
El guardián de los objetos perdidos", porque hay mucho más detrás del título.