¿POR QUÉ ELLOS SUEÑAN CON SER FUTBOLISTAS Y ELLAS PRINCESAS?
"La realidad no es lo que ocurre sino lo que hacemos con lo que ocurre"
(Aldous Huxley)
Vivir en
pareja no es una obligación, ni siquiera es la mejor opción entre todas las posibles. Pero cuando uno decide hacerlo de esta manera y compartir su vida con otra persona de forma exclusiva debe tener en cuenta que la pareja te puede dar equilibrio y convertirse en la forma de vida ideal o, por el contrario, quitártelo y llegar a ser una auténtica tortura.
Aunque pueda parecer que estamos pre-programados por la biología y la evolución para emparejarnos, esto sólo funcionaría a efectos reproductivos; en todo lo demás estamos condicionados culturalmente por siglos de prejuicios y falsas expectativas y un modelaje perverso, cercano y constante ejercido por
parejas mal diseñadas y escasamente satisfactorias que se convierten en nuestros referentes reales.
La vida en pareja requiere de una gran dosis de sentido común y de una inteligencia especial que evoluciona de forma emergente al sumar dos inteligencias individuales en un proyecto común de bases sólidas y objetivos asequibles e ilusionantes. Quizá el motor de arranque del
amor sea de origen bioquímico pero, como todo gran proyecto -y la
pareja lo es- necesita de un mantenimiento constante y eficaz que restaure el lógico desgaste. San Agustín decía "ama y haz lo que quieras" pero amar, lejos de ser un saber intuitivo, es un arte y como tal puede aprenderse, como muy bien sabía
Erich Fromm. Ni todo el amor del mundo puede salvar a una pareja cuyo modelo de comunicación esté orientado al conflicto. Un cambio dirigido hacia la mejora de nuestras competencias relacionales nos ayudará, no sólo a establecer y desarrollar relaciones sanas y estimulantes, sino a mantenerlas de forma prolongada con un alto nivel de satisfacción.
Mejorar nuestra capacidad de comunicación y, por tanto, aumentar las posibilidades de entendimiento mutuo, es una tarea imprescindible.
Patricia Ramírez, con un tono didáctico y desenfadado, pone su experiencia clínica a favor de aquellos que buscan el amor de su vida, de los que quieren potenciar lo que funciona en su relación, de los que pretenden limar pequeñas diferencias y, en definitiva, de los que deseen relacionarse mejor y más eficazmente con la otra persona.
Según
Patricia Ramírez, la pareja perfecta no existe y depende en gran parte de nosotros tener al lado a alguien que nos quiera de verdad y nos aporte el equilibrio y la paz que necesitamos. A tal efecto propone tener bajo control las expectativas irreales e irracionales respecto al
amor, trabajar la escucha activa y la empatía, practicar el amor y el humor a partes iguales, admirar a la pareja ("la admiración ayuda a mantener vivo el amor"); recuerda que los reproches y los celos son la tumba del amor, invita a dirigir siempre nuestro foco atencional hacia lo que suma y no hacia lo que distancia practicando para ello la memoria selectiva y asegura que es imprescindible valorar al otro, ya que "sentirse valorado provoca placer y aumenta la autoestima".
La actual neurología confirma que los cerebros de
hombres y
mujeres funcionan de forma diferente. Nuestra manera de procesar la información difiere según el sexo y esto afecta al estilo cognitivo y a la forma de sentir y actuar, pero esto no puede ni debe ser una barrera entre hombres y mujeres sino al contrario, un estímulo para "transformar nuestras discrepancias en oportunidades".