La historia bíblica de Emaús cuenta cómo dos discípulos de Cristo fueron incapaces de reconocerlo después de haber resucitado e incapaces de calibrar lo que esto iba a suponer en sus vidas. Esta historia podría ser una metáfora perfecta del libro de Alessandro Baricco.
"Emaús" nos presenta a cuatro adolescentes (El Santo, Luca, Bobby y el narrador, que habla en primera persona y del que desconocemos su nombre). Estos chicos pertenecen a un entorno profundamente religioso y han sido educados en principios firmes, casi férreos. Como dice en una ocasión el protagonista: "Somos unos inadaptados, pero nadie quiere darse cuenta de ello. Creemos en el Dios de los Evangelios. De manera que el mundo tiene, para nosotros, confines físicos muy inmediatos, y confines mentales fijos igual que una liturgia. Y ése es nuestro infinito".
Sus profundas convicciones parecen inamovibles, del mismo modo que su fe. Son jóvenes inocentes, de mirada limpia, de vida ordenada y costumbres dentro de lo permitido. Les han enseñado el significado del amor, han aprendido por boca de otros el concepto de dolor e incluso de muerte. Pero todavía no han tenido tiempo de vivir, de experimentar, de sentir.
Por eso su mundo interior se tambalea cuando entra en escena André. Esta chica tan distinta, de clase alta, costumbres liberales y atractivo salvaje, va despertando en ellos todo tipo de sentimientos. Emociones reales, auténticas, vivas, casi tangibles y por ello más valiosas que las creencias. Sensaciones a través de las que intuyen grandes saberes universales, que por ser demasiado verdaderas se estrellan contra su fe.
Nada es igual a partir de entonces. Cada uno de ellos debe recorrer a solas el camino hacia la madurez. Convertirse en adulto requiere un trabajo íntimo e individual, es necesario transitar a través de un largo trayecto plagado de desesperanza, temores, dudas y soledad.
Como en el relato bíblico estos chicos no se dan cuenta de la importancia de lo que están viviendo y aprendiendo. Imposible ya para ellos mantener intacta la relación de amistad de antes, una vez se ha detonado la crisis personal que les lleva a buscar su propia interpretación de sí mismos.
Las palabras de Alessandro Baricco en "Emaus" sugieren más que enseñan. Envuelven el texto de magia. Son intuición más que revelación. Y este es el único modo útil que se me ocurre para acceder, aunque sea tangencialmente, a los misterios de la vida.