"Para comprender esta empresa, descartad todo hábito literario - incluso la simple lógica -
en cada página - comienza algo que sólo está ligado a la página anterior por el objetivo final - Y es sin embargo una sola frase continuada dentro de otra frase principal.
Obra de arte hecha con los hechos del pensamiento mismo".
Nadie podría haber definido mejor este libro como su propio autor en este párrafo.
Paul Valéry captura destellos de su mente y los anota en su fase más primigenia en sus
cuadernos. "Ensayos, bocetos, estudios, esbozos, borradores, ejercicios, tanteos", unidos todos ellos por el factor común de tratarse de ideas que se encuentran en su primer estado y que representan "la naturaleza perpetuamente provisional" de todo lo que le viene a la cabeza.
Guiado en exclusiva por el "rigor imaginativo",
Valéry convierte en letra su extraordinaria forma de pensar -propia de las "mentes disyuntivas"- y transcribe con disciplina impecable su gran obra: el contenido de su mente. Este hombre de "vida tan simple y pensamiento tan complejo como sea posible" no pretende convencer, enseñar ni sentar cátedra. Prefiere ser releído por unos pocos que leído por muchos. Olvida con demasiada facilidad el pasado y eso le permite mirar el presente con ojos siempre nuevos. Posee una prodigiosa "facultad de olvido" que determina un carácter innovador, ávido de obtener la "sensación del descubrimiento". Es consciente de que "el lenguaje no es más que una aproximación" y, pese a ello, logra acercarse como pocos a la naturaleza abstracta y voluble del pensamiento.
El simple hecho de explorar varios fragmentos al azar de los "
Cuadernos" convence al instante de encontrarse ante una obra maestra. Si Valéry diferenciaba entre dos tipos de lecturas, no cabe ninguna duda de que sus anotaciones no están entre "las que distraen, las que nos alejan de nosotros", sino ente "las que aumentan nuestra fuerza". Estas "contra-obras" -como él mismo las califica por poseer la cualidad de lo inacabado, que
Valéry convierte como nadie en una virtud- pretenden ser una radiografía del "pensamiento en formación" a través de la cual el autor se escribe a sí mismo. Y, aunque no conforman un diario propiamente dicho, lo cierto es que no pueden haber unas memorias que representen mejor a su autor.