“Where everybody knows your name”. (Cheers)
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Raymond Carver hacía de lo prosaico poesía. Un crítico dijo de él que “revelaba lo extraño que se oculta tras lo banal”, pero lo que hacía en realidad era captar las maravillosas idiosincrasias del comportamiento humano, esas idiosincrasias que se dan dentro de lo azaroso de las experiencias de la vida.”.
Robert Altman a propósito de "
Vidas cruzadas", 1993.
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El bar de Joe" podría ser el principio de todas las historias, el lugar en el que se gestan, y a la vez su final, testigo anticipado de su desenlace, pero lo que sí es, con seguridad, es el nudo, ese cruce de caminos que les da cabida y asiste a su paso, sin juicios, repostando el combustible necesario para llegar a destino. No hay mucha luz al final del túnel, pero ¿quién la echa de menos en un bar?
Un arquitecto inmigrante que trabaja como lavaplatos, una reciente amistad muy particular, un boxeador acabado, un amor no correspondido, un hijo ansioso, un hombre sin rostro, un cineasta ególatra, un dibujante de cómic, tres amigos, Sophie… todos ellos y muchos más, testigos y cómplices de conversaciones encendidas, crujir de hielos, olor a humo, del arrastrar de sillas, miradas furtivas, del movimiento involuntario fruto de la incesante música que los rodea en ese bar de Nueva York… sin olvidar a Joe, siempre presente casi siempre invisible, y Alack, que en ocasiones se deja caer por allí.
José Muñoz y
Carlos Sampayo, dibujante y guionista respectivamente, comienzan a trabajar juntos en 1974 y sus últimos proyectos datan de 2010. Las diez historias que componen "
El bar de Joe" dan comienzo en el año 1978 durando hasta el 86. Este integral de
Salamandra Graphic incluye además "
En los bares", cinco historias más realizadas entre el 2002 y el 2006 que tienen como protagonistas enclaves de Buenos Aires, Paris, Barcelona, un crucero en alta mar y el bar de Joe en Nueva York como punto final, junto con entrevistas e interesante material extra que nos da a conocer mejor a los autores y su trabajo.
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Alack Sinner" (su obra más conocida allá por los años 70) se mantuvo paralizada durante un periodo de tres años debido a una cuestión de derechos y así es como
Muñoz y Sampayo dieron el paso e hicieron protagonista de sus cómics a un lugar que permite el paso a cualquiera. ”Ese mal indiferente que orquesta gran parte de la existencia humana. Vivíamos en él, lo sabíamos, y queríamos denunciarlo…”. Los autores, argentinos en el exilio viviendo a caballo entre ciudades europeas, contaban sus historias, las de quién los rodeaba, las que les acercaba la prensa. Como dice Muñoz, “Teníamos un compromiso con estar presentes.”
Sampayo “entendió que la historieta es un espacio de narración y de escritura, y que podía expresarse para navegar entre las palabras y los silencios”. Sus guiones para estas historias son tan negros como la tinta que exuda
Muñoz. Un cómic en blanco y negro, un negro de la misma intensidad que acompaña al trazo. “El negro y los trazos gruesos los hacía con pincel, pero también con la pluma puesta al revés y aplastada sobre el papel, usada a modo de espátula. Caían hectolitros de tinta que causaban esas sombras húmedas, heridas en el rostro, esos tajos en el cielo y en la ropa. Con el brazo en alto, presionaba la pluma para que derramara su mar negro, y tras vaciarla la levantaba.”
Observaba el autor italiano
Igort que entre los años que trascurren desde la primera historia a la última hay un acercamiento al negro cada vez más dramático, se pasa del trazo sutil y afilado a manchas y líneas más gruesas.
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Van Gogh,
Pratt,
Breccia: el mismo loco afán, el movimiento inmóvil, la impresión-expresión, el alma, el latido, la existencia de cada uno de nosotros…” serían maestros y referentes de Muñoz, quien decía de sí mismo “es obvio que soy un dibujante emotivo con una tendencia natural al expresionismo”.
“Me apoyo en [la partitura] para tomar impulso y volar y no para llegar a lo que las palabras ya dicen”. Muñoz y Sampayo son autores que se combinan a la perfección (una especie de
Butch y
Sundance, juntos contra los elementos pero sabiendo nadar) los dos destilan la misma fuerza e intensidad, el mismo compromiso y responsabilidad, la misma lucha y denuncia en su trabajo, el mismo afán por captar “esas maravillosas idiosincrasias del comportamiento humano”.
La última historia de "
El Bar de Joe" se cierra con la locución latina “
Sic Transit Gloria Mundi” (asi pasa la gloria del mundo) utilizada para señalar lo efímero de los triunfos, sentencia que no se podría aplicar a Muñoz Y Sampayo, tan reconocidos y premiados, admirados y seguidos, ejemplo y referente de tantos autores, que han hecho historia en el mundo del cómic, un mundo, en el que como en otro conocido bar, everybody knows your name.
[Nota: Todas las citas son de José Muñoz y están extraídas del material adicional que incluye la edición.]