Sepan ustedes que todos y cada uno de nosotros llevamos al diablo dentro y que él decide a quién va a utilizar como medio para llevar a cabo sus tareas en este mundo terrenal. Así que no sirve de nada resistirse a Satanás, hará de nosotros y con nosotros lo que quiera.
No quiero destripar el libro, pero en el inicio de la lectura queda claro cuál será el final (antes del epílogo). Por supuesto, Russell nos va a llevar por la senda de la confusión y va a jugar con nosotros utilizando un abanico de personajes, víctimas y verdugos, que nos permitirán conocer la maldad y la bondad del ser humano —porque no sería serio decir que nos permite conocer la bondad del ser humano y la maldad del demonio, aquí todos del mismo padre y de la misma madre…—.
La ambientación es una de las mejores bazas con las que cuenta la novela. Praga entre niebla, un castillo reconvertido en sanatorio mental con una historia de crímenes y maldad en sus piedras como todo buen escenario del diablo merece y una continua oscuridad en el ambiente reflejada tanto por esa niebla, como por la presencia constante de los bosques tupidos. Los personajes acompañan esa espesura oscura con una gran calidad en las descripciones psicológicas por parte del autor, desde los cuatro o cinco principales doctores que nos acompañarán con mayor o menor presencia, hasta los policías encargados de investigar los asesinatos cometidos, pasando por un grupo de enfermos internos y malhechores —los que servirán de vehículo terrenal al demonio— con pasados desesperanzadores y problemas psicológicos de fuerte presencia en sus delitos. También el resto de personajes —otro personal del psiquiátrico, los habitantes del pueblo cercano al castillo, vecinos de protagonistas…— encajan a la perfección en la atmósfera que ha creado Craig Russell.
Para mi gusto personal, la evolución de la historia se vuelve extremadamente lenta en determinados momentos, regodeándose el autor en los dramas internos de algunos personajes. Entiendo que es un thriller psicológico y que parte del buen hacer de Russell es sacar de quicio al lector y someterlo a una especie de tortura como si fuera parte activa de esta serie de asesinatos, investigaciones psiquiátricas y vidas dramáticas y tortuosas.
El argumento es casi lo de menos, lo cual no sé si es positivo o negativo, pero quiero decir que si hubiera conseguido esta ambientación con un argumento floral, por ejemplo, nos daría igual que los personajes estuvieras locos (o no) o que caperucita hubiera matado a su abuelita, porque lo importante en "El aspecto del diablo" es la capacidad de generar sensaciones en el lector.