"De ningún hombre cabe decir que ha sido feliz hasta que ha muerto".
Sombra ve cada vez más cerca el momento de abandonar la cárcel. Lleva dentro tres años, en los que se ha aficionado a leer y ha aprendido a hacer trucos con monedas y a callar, no mostrar sus sentimientos y pensar antes de hablar para llevar una estancia más placentera. Sueña con el momento en que llegue a su casa y se reencuentre con Laura, su mujer; con comenzar una nueva vida más tranquila y recuperar su trabajo en el gimnasio de Robbie, su mejor amigo. Sin embargo, esos planes se ven truncados cuando el alcaide le transmite la noticia del fallecimiento de ambos, Laura y Robbie, en un accidente de tráfico. Debido a esa tragedia, le permiten salir dos días antes.
Ahora Sombra es libre, pero se siente vacío. Aquello por lo que ha esperado durante tres años ha desaparecido. Por eso cuando, en el avión hacia su casa, el
señor Wednesday le ofrece trabajar como su guardaespaldas, Sombra acepta. Poco o nada le importa que su nuevo jefe afirme ser un
dios y que su vida pueda correr peligro. De lo único que se preocupa es de evitar a toda costa hacer algo ilegal, para no volver a la cárcel.
Por increíble que pueda parecerle descubre que, en efecto, Wednesday es una de las deidades más antiguas. Su misión: localizar y movilizar a las demás divinidades, cada vez más olvidadas; desbancadas por los dioses modernos, tales como los Medios de Comunicación, Internet o la Televisión. Wednesday intentará convencerlos de que se dirigen a una inevitable guerra y deben luchar juntos para sobrevivir; la tarea de Sombra será proteger a Wednesdey. Comienzan entonces un viaje por carretera a través de los
Estados Unidos en el que se mezclarán presente y pasado, realidad y fantasía, vigilia y sueño, lealtad y traición, vida y muerte.
Los ojos de
Sombra serán nuestros ojos durante la mayor parte de la narración. Su impasibilidad, fruto del hastío de una vida sin ambiciones, permite que la historia nos llegue sin adulterar. Las sensaciones que produzca serán las que surjan de cada lector.
Con su peculiar estilo fantasioso y detallista,
Gaiman nos ilustra acerca de varias de las religiones que se profesan en distintas partes del mundo. Mezcla mitología, tradiciones y fantasía, cuyo resultado es una historia con multitud de personajes y una trama enrevesada, pero no liosa. Los lectores en español podemos disfrutar de la minuciosa traducción de Mónica Faerna.
Además de ser una lectura entretenida, deja la puerta abierta a una reflexión sobre lo que han cambiado las creencias y los valores. ¿Han terminado las nuevas tecnologías con los antiguos credos y las reverenciamos de tal manera que han alcanzado el estatus de nueva fe o, por el contrario, es posible un mundo en el que todos tengan cabida, cada uno en su lugar?