"-¡Dios mío! ¡Qué cosas tan extrañas pasan hoy! Y ayer todo pasaba como de costumbre. Me pregunto si habré cambiado durante la noche. Veamos: ¿era yo la misma al levantarme esta mañana? Me parece que puedo recordar que me sentía un poco distinta. Pero, si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿quién demonios soy? ¡Ah, este es el gran enigma!"
Un
conejo blanco con chaleco y reloj, obsesionado por el tiempo. Un
sombrerero loco atrapado en una fiesta de té eterna. Una
reina de corazones déspota con tendencia a cortar cabezas. Un rey de corazones que indulta a muchos de los condenados por su esposa. Unos soldados naipe que cumplen a rajatabla las órdenes de su reina. Una oruga minúscula y fumadora sentada en lo alto de una seta. Una falsa tortuga que llora de pena añorando los días en los que era una tortuga de verdad. Una seta creciente o menguante, según se mire. Un grifo, mitad águila y mitad león. Un
gato de Cheshire que aparece y desaparece. Un gato con sonrisa y una sonrisa sin gato.
Mil personajes pueblan uno de los cuentos más famosos, evocadores e inspiradores de la historia: "
Alicia en el país de las maravillas". Salpicado de situaciones inverosímiles, juegos verbales, paradojas y pruebas de lógica que engañan al cerebro mientras producen pequeñas detonaciones que abren puertas a caminos mentales insospechados, el prodigioso cuento creado por la imaginación de
Lewis Carroll seduce al joven lector, que se ve desbordado por la fantasía que derrocha el libro, y encandila al lector adulto al enfrentarlo a sus propios límites, moverlo a la reflexión con sus frecuentes y breves planteamientos filosóficos y sugerirle múltiples interpretaciones al texto.
En este cuento mítico encontraremos pasajes de auténtica sátira a la época victoriana (fácil de detectar en sus referencias veladas a la realeza y a las diferencias entre clases). También planteamientos absurdos, que en otro mundo podrían tener sentido si sus habitantes creyeran en ellos a pies juntillas (y que nos provocan la inquietud de preguntarnos cuántas ideas establecidas en nuestra realidad tienen validez únicamente porque las damos por buenas). Las increíbles aventuras de Alicia podrían simbolizar el paso de la edad infantil a la edad madura, abandonando la edad de la maravilla para entrar a un mundo nuevo en el que el niño debe aplicarse para limitar su imaginación y esforzarse para cuadricular su mente libre adaptándola al molde que le imponen los adultos.
El cuento de
Lewis Carroll podría ser además en cierto modo un elogio de la locura (desde el punto de vista de que, en un mundo de locos, el cuerdo es el que se encuentra fuera de lugar) y un caleidoscopio de perspectivas, que nos muestra que todo es según el contexto en que se encuentra y el cristal con que se mira.
Pero, ¿qué significa el cuento de Lewis Carroll? ¿Cuál es su sentido final? Cada cual deberá encontrar el suyo y aquí reside una de las claves del libro. "
Alicia en el país de las maravillas" no ofrece moralina final, respuesta ni conclusión. La sensación al llegar a la palabra "Fin" es idéntica que al leer cualquiera de sus capítulos intermedios: el lector queda en estado de maravilla, fascinado, encantado por este mundo mágico alternativo, cargado de mil interrogantes, de preguntas sin respuesta y con las neuronas agitadas tratando de completar un puzzle imposible que, sin embargo, intuye podría tener solución desde otra lógica distinta.
Porque existen muchas lógicas, aunque el ser humano esté acostumbrado a trabajar sólo con una de ellas y el resto escapen a su pobre entendimiento. Y existe, por ejemplo, la lógica del sueño, similar a la que
Lewis Carroll desarrolla en su país maravilloso. Un país surrealista, psicodélico, loco, peligroso, absurdo y desconcertante. Un país al que sólo podemos regresar por completo si, antes de abrir el libro, hacemos un esfuerzo por poner nuestra mente en estado de gracia infantil.