"Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos pasar a través. ¡¿Pero, cómo?! ¡¡Si parece que se está empañando ahora mismo y convirtiéndose en una especie de niebla!! ¡Apuesto a que ahora me sería muy fácil pasar a través! -Mientras decía esto, Alicia se encontró con que estaba encaramada sobre la repisa de la chimenea, aunque no podía acordarse de cómo había llegado hasta ahí. Y en efecto, el cristal del espejo se estaba disolviendo, deshaciéndose entre las manos de Alicia, como si fuera una bruma plateada y brillante".
No confíes ciegamente en tus ojos. Que no te engañen tus sentidos.
Lo que ves podría ser un reflejo; lo que percibes, una ilusión. La realidad queda inevitablemente deformada al atravesar el filtro de nuestros sentidos y el tamiz de nuestro entendimiento. La vida es
sueño y el sueño es, mientras sucede, un acontecimiento tan real como la vida misma.
Un
espejo es una superficie de cristal que devuelve la imagen al reflejar la luz, pero también es un artefacto que juega al intercambio de identidades. La imagen se duplica y en ese
impasse el original, resignado por un tiempo a dejar de serlo, cede parte de su esencia de manera temporal a la lámina de vidrio.
Así ocurre siempre, cada vez que confiamos en que la luna pulida nos devolverá la porción de alma que le hemos prestado en cuanto dejemos de exponernos ante ella. Y en efecto; el espejo, obediente, retorna las veces que haga falta a su legítimo dueño la imagen que antes se había apropiado.
El espejo se oculta. Toma una imagen ajena y la proyecta, con tal de no enseñarnos su verdadero yo. Su mecanismo de defensa es el camuflaje. Se disfraza del personaje que tiene delante para pasar desapercibido, se mimetiza usando el truco del gemelo simétrico para no mostrar al mundo su verdadero ser. Su secreto queda a salvo entre la gente normal; sólo los que creen en el poder de la fantasía y conservan el espíritu infantil saben que el espejo es, en realidad, una magnífica puerta a la que es posible acceder haciendo uso de la llave de la imaginación. La misma llave que se introduce cuando nos echamos a dormir de forma automática en la ranura del inconsciente para abrir el universo de los sueños.
Al otro lado del espejo es posible encontrarse con cualquier cosa, siempre que no sea racional. Un libro de poesía invertida, unas flores que hablan, algún mosquito amigo, unos gemelos de nombre
Tararí y Tarará (
Tweedledee y Tweedledum), una Reina Blanca, un Rey Rojo, un huevo llamado
Zanco Panco (
Humpty Dumpty) que no quiere bajarse del muro, un león y hasta un unicornio. Del mismo modo que sucede en el mundo de los sueños, en el universo paralelo que se encuentra dentro de nosotros y al que accedemos al atravesar el espejo cualquier cosa nos puede pasar, desde aceptar la apuesta de la Reina Roja para convertirse en la reina de corazones si le ganamos en una partida de ajedrez hasta reencontrarnos con viejos conocidos como la Liebre de Marzo o el Sombrerero Loco. Y es que en este mundo al revés la lógica e incluso la física se rigen por otras leyes distintas, que difieren de las que dicta la razón. Leyes gobernadas por criterios que escapan a nuestro entendimiento y que convierten al universo del otro lado del espejo en un sitio mágico y muy especial ¿O sabes de algún otro lugar donde el tiempo se mueva de atrás hacia delante en lugar de delante a atrás?