1984, el mundo está dividido en tres grandes potencias. Oceanía, la más occidental de ellas, es una utopía colectivista y tecnificada. Constantemente en guerra está dominada por un partido único desde cuya cúspide una élite de líderes ("el partido interior", "el Gran Hermano") ejerce un poder despótico y absoluto sobre el pueblo, compuesto por funcionarios y trabajadores del partido y "proles" (mano de obra semianalfabeta).
Un "ministerio del amor" a través de una "policía del pensamiento" mantiene el orden a rajatabla. Un "ministerio de la abundancia" diseña una economía de escasez y privaciones materiales. Y un "ministerio de la verdad" controla totalmente las fuentes de información filtrando, sesgando, modificando y borrando cualquier dato considerado perjudicial para el partido.
En esta sociedad nuestro héroe Winston Smith intenta pensar, pero el sentido común y el pensamiento se consideran crímenes ("crimental") Intenta indagar en el pasado pero éste ha sido borrado y la historia reconstruida por el partido. Intenta amar a una mujer pero el amor y el sexo no reproductivo están prohibidos. Intenta leer y escribir pero el ocio no comunitario y la "vidapropia" no están permitidos por el partido.
A pesar de todo, Winston se rebela e intenta integrarse en un misterioso grupo de oposición ("la Hermandad"), cuyo lider Goldstein sirve de cabeza de turco al partido para estimular el odio hacia los rebeldes. Pero nuestro héroe es descubierto y sufre un proceso de tortura física y mental que consigue destruir su alma y transformar lo que era y convertirlo en un súbdito convencido y amante del Gran Hermano ("pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano").
Con esta contrautopía social y política Orwell trata de advertirnos contra los peligros de cualquier totalitarismo. Desarrolla a lo largo de toda la novela una auténtica teoría acerca de la naturaleza del poder por el poder y sus brutales métodos de destrucción y transformación de la naturaleza humana.
El partido quiere tener el poder por amor al poder. Quiere el poder puro porque el poder es Dios y los líderes son los "sacerdotes del poder". No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura.
El verdadero poder es el poder sobre los hombres. El poder es la facultad de hacer pedazos los espíritus y volverlos a construir ("Te aplastaremos hasta tal punto que no podrás recobrar tu antigua forma. Te sucederán cosas de las que no te recobrarás aunque vivas mil años. Nunca podrás experimentar de nuevo un sentimiento humano. Todo habrá muerto en tu interior. Nunca serás capaz de amar, de amistad, de disfrutar de la vida, de reirte, de sentir curiosidad por algo, de tener valor, de ser un hombre íntegro... estarás hueco. Te vaciaremos y te rellenaremos de... nosotros").
Siempre habrá afan de poder y ansia de dominio. Además irá en aumento y se hará cada vez de forma más sutil, hasta que las emociones que predominen sean el miedo, la rabia, el triunfo y la humillación. Esta es la negra profecía orwelliana. Aquellos que no podáis soportarlo, buscad rápidamente alguna utopía hedonista y bienpensante que os devuelva la confianza en el ser humano.