"Viven en un estado de unidad con la Madre Naturaleza, considerándola una energía consciente con la que interactúan. Es un mundo tan real como el nuestro, pero nosotros, humanos, hemos dejado de creer en él".
El libro de
Vanesa Tales, autora que se estrena con "
Viaje al Mundo Mágico", tiene un estilo fresco, sencillo e inocente, y además auténtico en ese aspecto, no lo imposta, le sale así porque seguramente cree en lo que está contando, algo que siempre es de agradecer y más en un género como el
fantástico. Con toques de
fábula, está plagado de referencias oníricas, mitológicas, espirituales y moralejas. De ahí que el tono de la lectura resulte entrañable, acogedor, no agrede, sosiega. Un registro imposible de imitar y que por desgracia se va perdiendo a media que el escritor gana en oficio. Por ahora Vanesa lo mantiene y lo usa para trasmitir su mensaje.
¿Qué mensaje? Pues en realidad son varios que pueden abordarse por separado pero que cobran verdadero significado cuando se unifican y combinan puesto que este es el lema central de la obra: el retorno a la unidad, a la consciencia del todo a través de las partes. Como verán, un asunto nada desdeñable.
La historia guarda una multiplicidad de interpretaciones en función de la edad de quien se acerca a ella o del grado de complejidad que se pretenda hallar. Apta para niños y jóvenes pero también para adultos sin prejuicios que a poco que escarben en los capítulos, personajes, descripciones y diálogos se toparan con reflexiones interesantes que afectan tanto a los convencidos como a los renegados. Al fin y al cabo, unos y otros comparten este mundo, aquellos miedos y la responsabilidad por cuidar el hogar donde habitamos y a quienes lo habitan: vosotros, tú, yo.
De ahí que haya ilusión y esperanza impregnadas en cada línea, en cada etapa del
viaje al Mundo Mágico. Un recorrido iniciático como alegoría de ese otro periplo al interior de nosotros mismos ora tormentoso, ora apasionante. Siempre pendiente e inacabado o al menos con la vuelta sin cerrar.
Partiendo de un
bosque británico que la autora visitó hace años se crea un ecosistema imaginario, verde, frondoso, variopinto, de belleza y pureza no contaminadas, eminentemente vivo y consciente de sí mismo. Su universo está plagado de olores, colores, sabores y tactos primigenios por donde pululan actores literarios, dibujos animistas que ponen voz a seres, plantas, hojas, aguas, flores, animales, árboles, piedras, cielos, caminos y por supuesto a la inteligencia invisible que vincula al conjunto y por ende al visitante.
¿Y quién es el visitante? Tú eres el visitante, el protagonista, el viajero. La narración en segunda persona del singular permite al lector entrar en el relato y ser parte activa de él interactuando con cada personaje, con cada estadio de la naturaleza, con cada espejo que te colocan enfrente.
Locky, la
Dama de la Ciénaga,
Pook,
Dhalion,
Dorean, entre otros muchos, tienen su propio carácter definido y diferenciado, lo que no impide que formen un ente común, un puzle perfectamente encajado. A medida que los vas tratando te das cuenta de las similitudes que compartes con ellos, porque mucho o poco, depende de cada lector, te pareces y, por tanto, la suma de sus defectos y virtudes es también tuyo. Los personajes son un reflejo en el que mirarte, para que aprecies en ellos esos trozos de ti por separado, los coloques y aprendas a armonizarlos valiéndote de conceptos como la ecología, la sostenibilidad, el respeto, la bondad, la empatía, la resiliencia, la flexibilidad mental, la introspección y la meditación. A través de ellos se puede llegar a la reencarnación o a la resurrección metafórica de uno mismo, siendo la mejor versión a la que se puede aspirar.
Es imposible que el ser humano y por ende el planeta que lo cobija sobrevivan únicamente bajo criterios materiales y cuantificables. Debe tener cabida la calidad y no solo la cantidad; la paciencia ha de imponerse a la prisa; lo importante a lo urgente; el nosotros como unidad al ego como partícula inconexa. En definitiva, se trata de una catarsis desde el anhelo insatisfecho a la serenidad plena y ¡menuda aventura! Cuando cierras el libro (con letras tranquilas y bellas ilustraciones) te habrás observado desde más prismas, desde otros planos, con ojos prestados que también son los tuyos. Habrás escuchado y te habrás escuchado, habrás aprendido quizá la obligación más excitante y fundamental que un individuo tiene para consigo.