"Sin salir de la puerta se conoce el mundo
sin mirar por la ventana se ven los caminos del cielo
cuanto más lejos se sale, menos se aprende".
(Tao Te Ching, Libro II, cap. 47)
Estamos en 1794, en pleno siglo XVIII. Como consecuencia de un duelo Xavier de Maistre, joven conde y oficial del ejército sardo, es condenado a seis semanas de cárcel. Su condición de noble hace que la pena le sea conmutada por un arresto domiciliario de 42 días en Turín, tiempo que aprovechará el conde de Maistre para hacer un "viaje" mental y literario alrededor de su habitación.
Siguiendo la estela abierta por su admirado Sterne con su "Viaje sentimental" publicado 26 años antes nuestro conde, con ligereza, gracia y "dulce malicia", intentará parodiar la gran narrativa de viajes extraordinarios tan en boga por aquellos tiempos. Pero el resultado final de este "entretenimiento" es una obra maestra, no sólo por la originalidad del viaje que plantea, sino también por la absoluta modernidad de las reflexiones estéticas y psicológicas que desarrolla.
Según Sainte-Beuve, este libro puede leerse también a modo de confesión del autor, un hombre que en palabras del legendario crítico francés, era "ingenuo, sorprendido, dulcemente astuto y sonriente, sobre todo bondadoso, agradecido y sensible hasta las lágrimas como en su primer frescor". De Maistre conjugaba perfectamente su bonhomía con su lucidez desencantada pero piadosa y su suave melancolía. El resultado final era una "seriedad enternecida" lejos de cualquier moralismo severo o pesimismo oracular y derrotista.
De Maistre, durante su forzada estancia entre cuatro paredes "lejos de la pequeñez y la perfidia de los hombres", con el alma abierta y ávida se entregó a la imaginación y a la persecución del rastro azaroso de las caprichosas ideas. Nunca lo hizo en línea recta, de forma lógica -inductiva o deductiva- sino que estableció una poética del zigzag, del sometimiento al vaivén de las ideas, las sensaciones y las emociones. Torbellino que, no siguiendo ningún patrón (al menos consciente), nos asalta de forma intermitente e ingobernable.
El encierro despertó su conciencia y experimentó con él "el asombro de ver más". El viaje inmóvil le permite formular su famosa teoría del alma y la bestia, fundamental para interpretar el libro. Esta teoría le lleva a afirmar que "el hombre es doble", compuesto por un alma y una bestia (la otra, la materia) unidas indisolublemente. Para De Maistre la bestia es "ese ser sensible, perfectamente distinto del alma, verdadero individuo que tiene su existencia independiente, sus gustos, sus inclinaciones, su voluntad". Freudiano -avant la lettre- De Maistre, con su idea acerca de la bestia, anticipa el concepto psicodinámico del ello. Nos recuerda sobre todo a la idea del ello defendida por Georg Groddeck, un "psicoanalista silvestre" que, separándose de Freud, entendía que el ello, más que el inconsciente o lo reprimido, era algo con vida propia, capaz de determinar la existencia misma del yo.
El hombre que no quiera formar parte de "la multitud de los indiferentes que pesan sobre el planeta", sometidos al yugo del deber y la conveniencia, debe educar bien a su bestia para que vaya sola y deje al alma elevarse hacia el cielo. De esta forma redondeamos la existencia, desdoblando nuestro ser y ocupando al mismo tiempo cielo y tierra. Materia y espíritu retroalimentándose para una vida plena, aunque sea entre las cuatro paredes de nuestra habitación. Por muy lejos que uno vaya, no llega a salir nunca de su propio cerebro, auténtico límite de nuestra soberanía personal.