- Se ha muerto Barry Fairbrother. Creen que ha sido un aneurisma. Cayó fulminado en el club de golf.
El pequeño pueblo inglés de Pagford se despertó la mañana del lunes con esta trágica noticia inesperada, que corrió como la pólvora a través de sus hermosas calles empedradas y entró en cado uno de sus hogares, desde las grandes mansiones victorianas hasta la última de las encantadoras casitas dispersas de las afueras.
El fallecimiento repentino de Barry, un concejal del pueblo que rondaba los cuarenta años de edad, causó conmoción a todos los habitantes, sobre todo a su mujer Mary, a la que Barry en vida trataba de complacer con pequeños detalles para compensarla de todas las veces en las que la decepcionaba en cosas importantes. También a sus cuatro hijos, que nunca le hacían demasiado caso, y a Miles y Samantha, una pareja de amigos de Barry que presenciaron la muerte y que al día siguiente estaban más preocupados en dar la noticia y en cómo explicarla que en el suceso mismo.
Pronto, el pueblo entero estuvo enterado del triste acontecimiento con pelos y señales. A todos afectó el hecho y cada cual reaccionó a su modo: Samantha, que solía encontrar ridículo y aburrido a su marido, sintió "una gratitud y un alivio absurdos al notar a Miles a su lado, grandote y barrigón, oliendo a vetiver y a sudor". Ruth Price sintió compasión por Mary, a la vez que le recorría un escalofrío de miedo por sí misma, imaginándose viviendo una situación similar. A Simon le extrañó que el fallecido no hubiera dado importancia al dolor de cabeza que sentía los dos días previos a la hemorragia cerebral y sólo acertó a expresar al respecto, de forma solemne: "Hay que cuidarse". Andrew, el hijo de Simon, no pensó siquiera un segundo en el tema, envenenado como siempre por el agrio odio merecido que sentía hacia su padre.
A nadie se le escapaba que Barry Fairbrother dejaba vacante un jugoso puesto de concejal que tendría que ser cubierto en la agradable localidad de Pagford, donde reina un ambiente pacífico y una excelente relación vecinal... al menos en apariencia. Porque de puertas adentro se esconde un pueblo muy distinto, que la pugna salvaje por esta "vacante imprevista" está a punto de destapar. La localidad de Pagford tiene problemas de racismo, drogas, delincuencia, violencia doméstica y sus mezquinos habitantes están enfermos de odio, envidia, mentiras y fariseísmo. La ambición será el detonante que deje al descubierto todas sus miserias.