Toñi

Confieso que a mí un libro que comienza con citas de Miguel Hernández y Sabina no puede sino crearme altas expectativas. Es el caso de Toñi, de Gaztea Ruiz Martínez; destripe (espóiler, palabra recién aceptada): las cumple.

Toñi tiene 53 años y decir que está sumida en una crisis existencial me parece sutil. «La crisis de los 50», sentenciarían algunos, tras ver sus últimos comportamientos, que socialmente se catalogarían como desenfrenados e impropios de una mujer y más de su edad. Pero la razón por la que Toñi ha naufragado dentro de sí misma no es tan simple como el haber alcanzado cierta edad, ojalá: es fruto de una sombra que la acompaña desde la infancia y que le ha condicionado en mayor o menor medida la existencia. 

Digamos que Toñi no pasa desapercibida en su barrio de toda la vida, el de los Marineros, en Castro Urdiales, Cantabria, lugar que tengo la suerte de conocer. A un físico un tanto voluptuoso se le suma una personalidad desenfadada que o escandaliza o provoca carcajadas, pero que, en todo caso, llama la atención. Es madre, esposa, hija, ama de casa… y mujer; una mujer con un tesoro en forma de amistad. Si bien Toñi es el personaje principal indiscutible de la novela, su amiga Pili la sigue en protagonismo. El amor incondicional que han forjado desde niñas es la tabla de salvación de Toñi; es Pili en quien más confía y quien sigue ahí, en pie, haciendo honor a su nombre, cuando todo lo demás se desmorona.

Aunque Gaztea Ruiz Martínez ha publicado otras obras aparte de esta (anteriores y posteriores), Toñi es la primera que leo y me ha admirado su trabajo: con una prosa clara, cuidada, con un toque poético, ha construido un personaje (persona, para quien ya la conocemos) provocativo y de lenguaje informal (otra sutileza). Este personaje carga con el peso de toda la trama, cuyo interés no decae en ningún momento de la lectura, y nos regala momentos divertidos a pesar de lo serio de su historia. Confieso que me asombra que un escritor, un hombre, haya creado una protagonista femenina con este trasfondo y tan potente. También he de mencionar que plasma temas peliagudos y consigue que te remuevan sin señalar ni acribillar (esto queda un poco cojo, pero no quiero destripar…).

La pluma de Gaztea nos deja frases tan sugerentes como esta que aparece en la sinopsis: «Los corazones no arden en las hogueras», y que sirve como muestra de la delicadeza del autor. Sin embargo, quiero despedir la reseña con una sentencia de Toñi, una que demuestra su personalidad y te hace sonreír a pesar de que se te clava la angustia que la provoca: «Hasta el coño me tenéis todos».