El 24 de Marzo de 2008 Michel Houellebecq envió una carta a Bernard-Henry Lévy, filósofo y escritor perteneciente a lo que algunos llaman la "izquierda caviar" francesa. En ella, entre otras consideraciones, Houellebecq afirmaba que una idea fundamental atravesaba todas sus novelas hasta la obsesión, la de "la irreversibilidad absoluta de todo proceso de degradación, una vez iniciado". No importa que esta degradación afecte a una familia, a una pareja, a una amistad, a un país entero o a toda una civilización. Una ley universal determina que cualquier proceso que entre en esta dinámica entrópica no tiene vuelta atrás, todo se perderá irremisiblemente y para siempre. Fiel a esta idea matriz "l´enfant terrible" de las letras francesas vuelve a ejemplificarla en "Sumisión", novela de política-ficción en la que se narra la destrucción de la filosofía heredada de la Ilustración y se anuncia el colapso irreversible de Europa, civilización que, como todas -según Toynbee- no muere asesinada, sino que se suicida, incapaz de sanarse a sí misma.
Corre el año 2022 y en Francia Mohammed Ben Abbes, líder de la Hermandad Musulmana, partido islámico aparentemente moderado, gana las elecciones francesas con el apoyo de socialistas y conservadores, convirtiéndose en el primer presidente musulmán del país. Inmediatamente después de los comicios empieza la islamización de la República francesa, proceso que pasará sobre todo por el control de la educación en todos los niveles académicos. En un ambiente de "lánguida y tácita aceptación" las conversiones empiezan a producirse. Pero el proyecto de Ben Abbes es mucho más ambicioso. Pretende, en una segunda fase, desplazar el eje de Europa hacia el Mediterráneo, incorporando a la Comunidad Europea países como Marruecos, Libia, Argelia o Egipto. Para ello tratará de presentar al Islam como "una forma perfeccionada de un nuevo humanismo reunificador", respetuoso con las tres religiones del Libro.
François es un joven profesor universitario de Literatura experto en el escritor decadentista del XIX Joris-Karl Huysmans y que desarrolla su labor docente en La Sorbona. Lleva una vida aburrida y triste. Asqueado de su existencia y harto de sí mismo ha perdido todo entusiasmo por la vida. Ha perdido también el amor, la fe y la inquietud intelectual. Pero la islamización de La Sorbona le puede ofrecer una nueva oportunidad, una segunda vida. Valores nuevos, respuestas, respetabilidad, más dinero y la posibilidad de tener varias mujeres. Todo esto a cambio sólo de su conversión, de la aceptación de que no hay sino un solo Dios y que Mahoma es su profeta.
Houellebecq, como buen comptiano, sabe que una sociedad no puede subsistir mucho tiempo sin una religión, que sólo una religión y no el laicismo o el patriotismo pueden crear "una relación total entre los individuos". Aprovecha el incipiente pero poderoso movimiento de islamización mundial y en un ejercicio de condensación y aceleración histórica Houellebecq hace que este proceso ocurra en Francia, país con seis millones de musulmanes, una posición privilegiada en Europa y una tendencia innata -según él- al colaboracionismo, versión política de la conversión religiosa. La islamización aprovecharía la caída en barrena de los principios ilustrados que sustentan la civilización europea y ofrecería respuestas, sentido e incluso aventura, cosas que nuestra agotada cultura ya no puede ofrecer. El único precio a pagar sería la sumisión absoluta a Dios, cosa que según Rediger -uno de los personajes más inquietantes de la novela- es "una de las cumbres de la felicidad humana". Este extraño placer humano por la sumisión sería utilizado por las religiones a fin de obtener una mayor tasa de adhesión a sus doctrinas y ritos.