"Soy un hombre enfermo... Soy un hombre despechado. Soy un hombre antipático". Nuestro protagonista es cínico, cruel, vengativo, cobarde y desagradable. Dueño de una aguda inteligencia que no utiliza para mejorar su vida sino para perjudicar a su entorno, se dedica a amargar la existencia a los que le rodean y a espantar con su pésimo carácter a los que, por accidente, tienen la mala fortuna de toparse con él. Es un ser despreciable que vive cuarenta años en el subsuelo.
Cuatro décadas no han sido suficientes para que nuestro antihéroe cambie de actitud. Al tanto de sus defectos y consciente de los problemas que le acarrea su estúpido comportamiento, sabe que egoístamente no le interesa mantener su forma de ser, pero esto no le lleva a sentir remordimientos ni a hacer nada para remediarlo. Insiste una y otra vez en destruir y en autodestruirse. Se lamenta de su pobre existencia pero sigue obcecado en su proceder; su propia conducta le impide escapar del subsuelo.
¿Tiene esto algún sentido?, se preguntará el lector. No le busque el motivo, simplemente tiene que mirar a su alrededor para darse cuenta de que este comportamiento tan poco conveniente es, por otra parte, muy humano. Patético, lamentable y abominable, pero tremendamente humano. Porque lo humano tiene mucho que ver con la voluntad, más incluso que con la razón. Y obedecer a la propia voluntad no es otra cosa que ejercitar el libre albedrío. "El hombre, quienquiera que sea, siempre y en todas partes, prefiere hacer lo que le da la gana a lo que le aconsejan la razón y el interés; puede incluso que quiera hacer algo contra su propio interés, y a veces es absolutamente imperativo que lo haga [...] esa es la más preciada ventaja que se ha pasado por alto, que no figura en ninguna clasificación, y contra la cual se estrellan de continuo todos los sistemas y todas las teorías".
La parte oscura del ser humano está ahí. Existe dentro de él y escogerla es una decisión suya. Todo hombre vive, en mayor o menor medida, en el subsuelo.
A pesar de tratarse de un relato de ficción de un protagonista también ficticio, en "Apuntes del subsuelo" Dostoyevski crea un personaje que podría ser real. Representa, según afirma el autor en la Advertencia preliminar, a una generación producto de las circunstancias en que se formó la sociedad de aquel momento. Y yo me atrevería a afirmar que la sigue y la seguirá representando.
La interesante obra a la que nos enfrentamos es difícil de clasificar. Dividida en dos partes ("Subsuelo" y "A propósito del aguanieve"), la primera contiene un monólogo reflexivo interior y la segunda la narración de unos episodios de la vida del protagonista relatados por él mismo. Los entendidos aseguran que puede entenderse como un libro introductorio a la segunda fase del escritor, la de sus "novelas de ideas" en las que Dostoyevski practica inmersiones en la psique humana explorando los lugares más oscuros y recónditos. Así pues, "Apuntes del subsuelo" resultará una perfecta lectura preparatoria antes de acceder a otras obras del autor, como "Crimen y castigo", "Los hermanos Karamázov", "Los demonios" o "El idiota". Y una lectura tremendamente reveladora tras haberlas leído.
Curiosidades: - "Apuntes del subsuelo" es una obra clave de Dostoyevski. Se trata de una de las primeras obras literarias que bucean en la corriente de conciencia del individuo, preparando el camino a una novela más moderna que incide más en la psicología de los personajes y adelantándose de algún modo a la llegada del psicoanálisis que años después vendría con Freud.