"Yo, Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los reyes, ni por miedo al provenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he sufrido tantas pruebas y pérdidas que el vano temor no puede atormentarme y cansado estoy de la esperanza en la inmortalidad como lo estoy de los dioses y de los reyes."
Catorce siglos antes de Jesucristo, el
faraón Akenatón extiende su mando a lo largo del inmenso y poderoso antiguo Egipto. Es rey, Dios y hombre, cabeza del Nuevo Imperio y dueño de la vida y de la muerte. Su influencia sobre la población es máxima; tanto como lo es la del "padre Nilo", en cuyas riberas tranquilas nace la vida y del que depende la carestía de alimentos en caso de que sus aguas se enfurezcan e inunden las cosechas de los valles.
Akenatón no es un gobernante cualquiera: se le recordará como el faraón que llevó a cabo la primera reforma religiosa, imponiendo a su pueblo el monoteísmo. La XVIII dinastía egipcia está llegando a su fin y en este contexto histórico se desarrolla la vida de Sinuhé, un humilde médico egipcio cuyos actos tienen una influencia esencial en multitud de acontecimientos que todavía desconciertan a los historiadores. Además de sus experiencias en Egipto, los viajes que emprende hacia Babilonia y la Creta Minoica, así como sus relaciones con los hititas y otros pueblos vecinos, amplían el espectro al lector sobre el tipo de vida de una de las civilizaciones más admiradas y estudiadas del mundo.
El que ejerció de médico real escribe su historia desde el exilio, en la Ciudad del Horizonte de Atón. Allí fue destinado
Sinuhé por el nuevo faraón por miedo a que le traicionase. El que fuera recogido del Nilo en una cesta de cañas abandonada y mecida por las aguas, decidió ser médico como su padre. En la ciudad de Tebas aprendió a trepanar y a embalsamar cadáveres, pero su espíritu inquieto le impulsó a perseguir la ciencia visitando distintas civilizaciones del Próximo Oriente. De este modo, acompañado por su singular esclavo y amigo
Kaptah, aprende nuevas técnicas curativas que le hacen mejorar en su oficio. Las circunstancias y su condición de médico le conducen por caminos tortuosos, desempeñando los importantes papeles que tiene para él preparado el destino.
La vida no es generosa con Sinuhé; nuestro médico es consciente de que "todo vuelve a empezar y nada hay nuevo bajo el sol" y de que "el hombre no cambia aun cuando cambien sus hábitos y las palabras de su lengua", revoloteando alrededor de la mentira y rehuyendo la verdad. Está seguro de que "en su maldad, el hombre es más cruel y más endurecido que el cocodrilo del río", "su corazón es más duro que la piedra" y "su vanidad, más ligera que el polvo de los caminos". A pesar de ello, se reconoce como hombre y sabe que ha vivido en todos los que antes han existido y que vivirá eternamente en todos los que existirán. La sabiduría que adquiere con el paso de los años le ayuda a conservar intacta su humanidad y a mantener viva de algún modo su fe en la bondad del ser humano.
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Sinuhé, el egipcio" es una novela histórica imprescindible. El que decida adentrarse entre sus páginas se impregnará para siempre del concepto de la vida en el antiguo Egipto y se encontrará con una historia relatada de forma muy vívida, un modo de narrar que pone al lector en la piel de los personajes y lo involucra por completo en la trama, el ambiente y la época histórica. Disfrutará de un argumento aderezado por sabias reflexiones vitales e interesantes monólogos internos y de unos diálogos salpicados de astucia, ingenio, inteligencia e incluso refrescantes gotas de humor.