Los Simpson no es sólo una serie escrita para adultos, sino para adultos inteligentes. No se trata de una serie de inspiración filosófica ni pretende instruir a la audiencia con nobles enseñanzas, pero sí da pie por su guión, sus situaciones o el perfil de sus personajes a reflexiones serias. En ese sentido tiene razón Matt Groenning cuando dice que si ves la serie y “has leído algunos libros pillarás más chistes”.
La corrupción, la crítica republicana, la seguridad de la energía nuclear, la ecología, la inmigración, los derechos de los homosexuales, la posibilidad de un gobierno de sabios, las mujeres en el ejército, el sexismo, son una muestra entre otros de los problemas que de forma alusiva, referencial, maliciosa, irónica, satírica y paródica trata la serie.
Esta familia de alta clase media-baja es sólo el soporte animado de un corrosivo virus que desde Springfield contagia a medio mundo. Su apariencia pueril y lúdica no debe llevarnos a error, se trata de un artefacto con un índice de penetración social altísimo. Aprovecha su inocente apariencia de dibujo animado para ocultar o por lo menos disimular su contenido subversivo.
La “humanidad desenfadada” de Hommer, el silencio elocuente de Maggie, el pensamiento rebelde y fenomenológico de Burt, la ponderación aristotélica cristiana de la virtuosa Marge, el intelectualismo militante de Lisa son posiciones filosóficas que no sólo no nos aburren sino que nos permiten reir en defensa propia.
Curiosidades: La primera edición de "La filosofía de los Simpson" salió en Estados Unidos en el 2001 y cosechó durante varios años un gran éxito de ventas y de crítica. El libro recoge 18 ensayos escritos por 20 filósofos relacionando las experiencias de Los Simpson con muchas de las ideas de los principales filósofos occidentales.