Las personas mayores son bien extrañas. Se agitan y dan vueltas pero no saben lo que buscan. Las personas mayores siempre necesitan explicaciones, nunca comprenden nada por sí solas. Las personas mayores aman las cifras, aman poseer por poseer, confunden y mezclan todo. Las personas mayores se imaginan que ocupan mucho lugar, se sienten importantes. Algunas personas mayores sólo buscan súbditos, otras sólo admiradores, pocas se ocupan de algo ajeno a sí mismas y casi todas desean que se tomen en serio sus desgracias.
Los niños vienen de un planeta especial. En realidad vienen de un asteroide, el B-612. Por lo tanto, la casa de los niños es pequeña pero aun así contiene tres volcanes que hay que deshollinar, una flor contradictoria a la que hay que proteger de un cordero herbívoro y unos baobabs que hay que arrancar mientras son pequeños antes de que ocupen todo el planeta.
Un niño siempre se responsabiliza de su asteroide y se mantiene fiel a la flor que cuida, ya que al cuidarla la vuelve única. Un niño no responde cuando se le pregunta, pero sin embargo jamás renuncia a una pregunta después de formularla. Un niño no ha olvidado los ritos y gracias a esto sus días son diferentes unos de otros. Un niño sabe lo que busca. Un niño sabe que lo esencial es invisible a los ojos, que no se ve bien sino con el corazón. Un niño sabe que a los amigos hay que domesticarlos creando lazos que los conviertan en imprescindibles para nosotros y a nosotros en necesarios para ellos.
Un niño no sabe que va a dejar de serlo. Un niño no sabe que se va a convertir en una persona mayor. Un niño no sabe que se va a diluir en un adulto sin gracia. Un niño no sabe que va a perder en el camino su inocencia y su magia. Un niño no sabe, como dijo Barrie, que nada importante le va a ocurrir después de cumplir los doce años. Un niño no sabe que en el futuro sólo la memoria de su asteroide y el deseo de regresar a él lo salvará, evitará su verdadera muerte: la seriedad.
Volver a volverse loco, recuperar esa felicidad redonda y salvaje ajena al deseo de imitar a los adultos o bien languidecer en la dimensión prosaica y cuantitativa de la existencia. Menudo dilema.
Curiosidades: - En 1935 Saint-Exupéry y su equipo estaban tratando de batir un record que consistía en volar desde París a Saigón en el menor tiempo posible. Tras casi 20 horas de viaje se vieron obligados a realizar un aterrizaje forzoso en el desierto del Sáhara. Pasaron allí varios días sin agua y prácticamente sin comida, ambos sufrieron una deshidratación muy fuerte que les provocó incluso alucinaciones. Al cuarto día un beduino les descubrió y les salvó la vida. Esta impactante experiencia inspiró a Saint-Exupéry para escribir "El principito".