Hace poco menos de dos años, comenzó a sonar en el mundo editorial el nombre de la autora de "39 patrañas vesánicas". Primero supimos de ella en la trastienda de los trabajos editoriales (como correctora de textos, que sigue siendo su profesión), luego pudimos ponerle cara con su primera traducción publicada (¡Y he aquí que fue un sueño! Historias inquietantes de Rhoda Broughton, Ed. Huso, 2016), que también sigue siendo su profesión, y recientemente Irene Muñoz Serrulla (IMS, pues así firma la dedicatoria de sus libros) ha publicado de la mano de la editorial Donbuk su primer libro de relatos.
"39 patrañas vesánicas" es una recopilación de relatos cortos con un estilo que debemos calificar como gótico. Pero no un gótico sangriento, sino un estilo que despierta en el lector angustia y tensión a partes iguales según avanza en las oscuras historias que cada uno de los relatos esconde. También es cierto que IMS concede al lector pequeños momentos para reponerse y descansar. De hecho el libro comienza con el relato “Abrazos”, mucho más ligero que lo que está por llegar; casi se podría llegar a pensarse que está fuera de lugar, como ocurre con otros relatos como “El bolso”, “El crucero” o incluso “Hay relatos”, pero todos tienen un porqué. Aun siendo un momento de descanso para el lector, todos ellos buscan activar conciencias para pensar sobre el rumbo que estamos dando a nuestras vidas, como individuos y como sociedad.
Sin pretender ser un libro de crítica social, sí es cierto que trata temas diversos como el respeto por el ser humano y por la naturaleza, las relaciones personales y laborales, creencias… llevando al extremo cada pequeño relato, para, desde la protección que da la locura, despertar o sembrar la duda sobre nuestras propias existencias.
Dice IMS en su blog hablando de sus relatos que “39 patrañas vesánicas es un intento de sacar del lector una sonrisa cómplice, una sonrisa de preocupación, una sonrisa de liberación, pero siempre… una sonrisa”. Este es otro intento de distraer y sorprender a los lectores por parte de la autora. Es difícil cerrar una historia sonriendo, tal vez pueda despertar una incipiente mueca de sonrisa, pero tanto si nos paramos a pensar sobre lo leído como si pasamos al siguiente relato, el intento se desvanece en el aire.
Este libro tiene dos lecturas: la que ya hemos comentado y la simple lectura de varios relatos de una temática gótica que pretenden ir más allá del extremo de lo coherente. Pero, en cualquier caso, el cierre de la sinopsis de la contraportada es premonitoria: “39 patrañas vesánicas saca a la luz los misterios inconfesables de una serie de personajes que nunca fueron reales y jamás deberían serlo”.