Decidí que iba a leer las novelas de
Mónica Gutiérrez Artero desde la última ("
La librería del señor Livingstone" cuando descubrí a la escritora), y por lo tanto la siguiente era esta, "
El noviembre de Kate". Ahora acaba de publicar su quinta novela, "
Todos los veranos del mundo", así que no sé qué orden voy a seguir a partir de ahora…
Kate vive sola en una pequeña ciudad de Inglaterra. Además de vivir sola, se siente sola después de que su prometido emprendiera un viaje al ni siquiera la invitó y de que sus padres se trasladaran a una pequeña localidad española donde vive la hermana de Kate, casada y con hijos. A esto se suma el trabajar en una empresa en la que no se siente cómoda; tanto por la política/moral de la misma, como por la mínima consideración hacia su trabajo y hacia su persona por parte de su jefe.
La novela comienza con un cambio en la vida de Kate; Josh le facilita que comience a colaborar en un pequeño espacio de radio, un programa de humor al que ella puede aportar algo diferente. Sorprendentemente, sobre todo para Kate, las cosas van bien y comienza a colaborar todas las tardes de los viernes en ese programa. Tras el programa, acude a un bar donde trabaja Pierre, su amigo (al que comparte con la pareja de este, lo cual no le hace mucha gracia a Kate). Allí, en este bar es donde realmente cambiará la vida para
Kate. El punto de partida es la emisora, pero el revulsivo, aunque ella no lo sepa, está en el bar escondido del
hotel Ambassador.
Su nueva vida le va a aportar un buen número de amigos: Don, Charlie, Norm, Sarah, los dos pequeños argonautas, Sierra, Punisher y Josh pasarán a formar parte de su vida desde, más a menos, la gran tormenta blanca que envolverá Coleridge y acelerará el romance, la intriga, la amistad y el renacer de la protagonista. Todo eso, y algo más, hay en esta novela. Como ya comenté en otra reseña ("
La librería del señor Livingstone"),
Mónica Gutiérrez escribe en el ámbito de la
literatura feel good; y esta vez me ha venido muy bien, porque necesitaba un libro de este estilo después de dos o tres lecturas que habían llegado a colapsar una parte de mi capacidad. Su escritura rápida, sin abusar de cargas estilísticas, ofreciendo realmente lo que el lector busca, una novela ligera (no fácil, ligera porque es lo que buscas, sin recargar, sin un exceso de misterio, carga emocional, mentiras o cualquier otra cosa), con personajes que podríamos llegar a encontrar a la vuelta de la esquina (de hecho, tal vez estén ahí, pero no sepamos verlos porque no seamos capaces de ver lo que la vida pone delante de cada cual).
A pesar de esa ligereza a la que me refiero, en la novela encontraremos la necesaria referencia a los libros, en esta ocasión no directamente a libros o autores (excepción de
Mark Twain, por requisitos del guion…), sino al culto a los libros (no perdamos de vista a Sarah). También nos llevará de soslayo por los enrevesados mundos de las empresas financieras y de consultoría, por los misterios de la informática, la vida tras la jubilación, la felicidad de la infancia… pero siempre a través de los personajes.
Me temo que
Mónica Gutiérrez ya es fija en mi biblioteca, de hecho tengo sus otras tres novelas esperando su turno. Novela refrescante, no solo por la tormenta blanca, sino por la frescura de la narración, de los personajes y de las historias narradas. Final feliz garantizado, lo cual se agradece en determinados momentos. Lectura desengrasante necesaria en la vida de todo lector.