Tras "La novia gitana" y "La red púrpura", Carmen Mola continúa la serie con "La nena". Elena Blanco abandonó la Brigada de Análisis de Casos después de desarticular la Red Púrpura y lleva una vida tranquila alejada por completo de la Policía. No imagina la razón por la que volverá a la acción: la desaparición de Chesca, amiga y excompañera, quien ha asumido de manera provisional el mando de la Brigada a su marcha. Se une al equipo, que mantiene al resto de sus miembros y cuenta con una nueva incorporación. Comienzan una investigación marcada por la tensión que supone la implicación personal.
La preocupación es fundada; aunque ellos aún no lo saben, Chesca se encuentra en una situación más que comprometida. La noche anterior a su desaparición se celebraba el fin del año chino en su barrio y pensaba celebrarlo con el inspector Zárate, con quien mantiene una relación. Sin embargo, este le dio plantón y ella salió sola. Movida por el despecho, decidió pasar la noche con un hombre al que acababa de conocer. Cuando se dio cuenta de que había sido una mala idea ya era tarde: estaba secuestrada y acosada por varios hombres en lo que parecía una tétrica pocilga.
Mola nos hace vivir —y sufrir— la historia desde los dos puntos de vista: por un lado, el de Chesca, extenuada y obligada a poner todos sus sentidos y sacar fuerzas de donde ya no las tiene para intentar sobrevivir. Por otro lado, el de los compañeros de Chesca, que trabajan contra reloj para encontrarla, mientras lidian con su angustia y con el desconcierto que les supone escarbar en la vida de su compañera y darse cuenta de que no sabían apenas nada de ella. Y mientras tanto, también vamos conociendo la historia de los secuestradores y la razón, que no la excusa, de su comportamiento.
Como ya nos tiene acostumbrados la autora, no escatima en detalles a la hora de describir los hechos más espeluznantes. Muestra todo tipo de tortura y sufrimiento, pero no se recrea. En la primera novela sorprende esta forma de narrar, en la segunda se comprueba que mantiene el nivel y en esta crees que estás preparada para leer algo así, pero no: te revuelve algo por dentro igualmente, y no solo las tripas. Todos los personajes tienen una historia, todos han recorrido un camino en el que han experimentado vivencias, pocas o muchas sin elección, y han llegado hasta el presente. La autora deja ahí el bagaje de cada cual, difumina la línea entre víctima y verdugo y nos hace plantearnos hasta qué punto la decisión de lo que somos y lo que hacemos está en nuestras manos.
«Nadie regresa del infierno indemne». Es una frase significativa en este libro. Con seguridad es algo que todos pensábamos; de lo que, tal vez, no nos hacíamos una idea es de la cantidad de infiernos que hay.
¿Por qué "La nena"?, me preguntaba mientras iba pasando páginas. ¿Por qué ese título? Solo diré una cosa: no me gustó encontrar la respuesta.