"La fugacidad y el olvido" son el inexorable reverso de toda existencia. Frente a esta contingencia del vivir cabe adoptar estrategias de todo tipo con el fin de expandir el escaso tiempo de vida y perpetuar nuestra memoria. Vivir una vida completamente volcada en el espíritu es la estrategia que adoptó Mendel el de los libros. Entregado completamente "al politeísmo brillante y multiforme de los libros" hacía de la concentración absoluta el vehículo de acceso al cosmos de la letra impresa.
Este librero, permanentemente sentado en el café Gluck, era un gigante de la memoria que "leía como otros rezan", leía en estado de gracia, leía contra el mundo, conectando con la realidad sólo a través de su vanidad, robustecida cada vez que impresionaba a un cliente.
Me quedo al final con un pensamiento de Zweig enormemente estimulante: "todo lo que de extraordinario y más poderoso se produce en nuestra existencia se logra sólo a través de la concentración interior, a través de una monomanía sublime sagradamente emparentada con la locura".