"Más allá del invierno" es una historia de tres vidas, que por culpa de —o gracias a— una inesperada tormenta, quedan unidas para siempre.
Lucía Maraz es una mujer chilena que vive en un sótano en Brooklyn, Nueva York. Se trasladó allí para trabajar de profesora en la universidad y estar más cerca de su hija Daniela, que se ha mudado a Miami. A sus sesenta y dos años, Lucía no se resigna a que el alma le siga el ritmo al decaer del cuerpo y, a pesar de los fracasos en el amor, mantiene joven la esperanza de tener, algún día, a alguien a su lado. Aunque, de momento, su único compañero es Marcelo, su chihuahua, fiel e imprescindible para ella.
Robert Bowmaster es el dueño del edificio en cuyo sótano reside Lucía, y en el que él también vive, en el piso superior, junto con sus cuatro gatos. Asimismo, es el jefe de Lucía en la universidad. Pasa los días en soledad y ciñéndose a la rutina que lo lleva de casa al trabajo y del trabajo a casa. El tiempo libre lo dedica en su mayor parte a aficiones caseras, como leer o tocar el piano. A pesar de los intentos de Lucía, no interactúa con ella más allá de lo imprescindible por las clases o el alojamiento.
Evelyn Ortega es una joven guatemalteca de complexión pequeña y naturaleza callada. Su madre emigró a Estados Unidos cuando ella era pequeña y, unos cuantos años y varios dramas después, alguno de los cuales puso su vida en serio riesgo, consiguió cruzar ilegalmente la frontera de México para reunirse con ella. No obstante, hubieron de separarse de nuevo y ahora Evelyn trabaja de interina en una casa, en la que sobre todo se ocupa de cuidar al hijo de los dueños.
A finales de enero de 2016 una tormenta de nieve, la peor que se recuerda, incomunica a los habitantes de Brooklyn. Otra de las consecuencias del temporal es que las vidas de Lucía, Richard y Evelyn se entremezclan. Son tres personajes dispares que se ven obligados a llevar adelante, juntos, una arriesgada —e insólita— misión. Tal vez sea por la tensión de la empresa o por la convivencia, pero los tres van ganando confianza en los demás y, poco a poco, van desvelando detalles de sus pasados, difíciles en todos los casos.
De este modo, Isabel Allende nos expone dramas humanos como el de la inmigración ilegal y todo lo que ello implica: personas, incluidos niños, que ponen su vida en peligro para intentar cruzar la frontera y, si lo consiguen, se convierten en trabajadores sin papeles que rozan —o ni eso— la esclavitud. También nos habla de la violencia de las pandillas al margen de la ley que aterrorizan a los habitantes de países como Guatemala, y cuyos propios miembros pueden convertirse en víctimas. Nos lleva hasta el golpe de estado de Chile en 1973 y los militantes asesinados o desaparecidos. Toca temas como la violencia doméstica, la de género, el alcoholismo, la salud mental…
Todas estas tragedias van saliendo alrededor de un hilo conductor bastante surrealista y con el estilo claro e intimista al que acostumbra la autora. Y, por increíble que pueda parecer, con humor; un humor fresco y espontáneo que enriquece en gran medida la lectura.
El invierno es, en sentido real y figurado, uno de los cimientos de esta novela, cuyas páginas nos demuestran que, por mucho que el corazón parezca estar irremediablemente en la última estación, la primavera siempre puede volver a abrirse paso.