Almudena Grandes es de esas escritoras que reconocen haber visto en la literatura una forma única de expresarse, un recipiente insondable en el que verter sentimientos. Es por eso que siempre añade a sus novelas y personajes generosas cucharadas de humanidad, un componente cada vez más extrañado en los escaparates de hoy en día, plagados de libros de ficción. "Malena es un nombre de tango" es quizá una de las mejores muestras de su trabajo y, a su vez, también un sentido homenaje a uno de los maestros de la autora: Benito Pérez Galdós.
"Malena es un nombre de tango" cuenta, en efecto, la historia de Malena, una mujer nacida en el seno de una familia burguesa madrileña. El libro traza un recorrido lineal de su trayectoria vital, poniendo especial interés en las emociones que afloran en cada momento y en los enmarañados entresijos que se esconden en su árbol genealógico.
Malena es uno de esos personajes que rompen radicalmente con el ideal del protagonista clásico: seguro de sí mismo y siempre conocedor de las acciones correctas y de sus consecuencias. No, Malena no es nada de eso. Malena es una heroína imperfecta y silenciosa. Por eso las páginas de la novela están constantemente repletas de dudas, indecisiones, rectificaciones, sacrificios y preocupaciones. Porque esa es la realidad. Almudena Grandes ha reunido la valentía suficiente para mostrar al público lo que, para otros, constituye la más escalofriante de las pesadillas: su inseguridad. Un ramalazo de valentía, sin ninguna duda. Al fin y al cabo, resulta mucho más fácil hablar cuando se tiene todo claro, ¿no?
La narración se transmite desde el punto de vista más personal. Da la sensación de que la autora mueve la pluma al dictado de su cabeza, con el mismo método mecánico que desarrollan todos aquellos que han vivido en sus propias carnes lo que escriben. La trama y la evolución de los personajes son tan cercanas a la realidad que es imposible no identificarse con Malena al menos en algún punto de la lectura. Resulta extremadamente complicado no observar en nuestros abuelos, primos, tíos o hermanos un reflejo, aunque sea borroso, de los suyos.
La moraleja del libro es clara, aunque con diversas interpretaciones en función de la empatía que se haya alcanzado con la protagonista. Fruto de esa inseguridad antes comentada, Malena irá abriendo poco a poco los ojos. Descubrirá que nadie es mejor que nadie, que todos somos estrellas capaces de resplandecer a nuestra manera y que, en muchas ocasiones, el amor es el que determina todo eso, el que puede hacernos levitar como prestidigitadores, pero también puede estamparnos de bruces contra el suelo. Y sí, por muchos años que pasen, hay cosas que jamás cambiarán. Pero también otras que pueden dar un vuelco con el más fortuito e impredecible de los detalles. A veces, esas son las que cuentan.
Esto es "Malena es un nombre de tango". Una confesión íntima que expone sin tapujos una vida llena de vaivenes, altibajos y, sobre todo, inseguridad. Será su constante apego a la realidad y los mensajes tan entrañables y aplastantes que transmite los que nos mantendrán expectantes hasta el final.
“Prométeme que siempre recordarás esto: eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que aparentas y más listo de lo que piensas”. Christopher Robin era muy consciente de las palabras que le dedicó a Winnie the Pooh aquel día, mientras ambos contemplaban abrazados la puesta de sol. Sabía que tenía razón. Pero nunca podría imaginarse cuánta.