Cuando te sientas cansada, desbordada, atosigada, estresada, saturada, sofocada, fatigada, abrumada, ahogada, agotada, fastidiada y agobiada piensa en algo que te animará: no eres la única. Porque, como diría la madre de María, la protagonista de este libro, "mal de muchos, pocas palabras bastan".
María es una mujer con dos hijos, un trabajo poco satisfactorio y un marido con el que ya lleva casada un buen puñado de años. Con el tiempo ha ido viendo cómo su cuerpo, a su pesar, va cambiando y en su armario la talla de la ropa sigue una progresión matemática con su edad: cuanto mayor es una, mayor es la otra. Aun así, no acaba de resignarse a reconocer que está gorda y prefiere pensar que está hinchada o retiene líquido. Aunque, como la visión de sí misma le empieza a dar auténtica ascopena, decide ponerse a dieta y tomarse en serio desde hoy mismo los consejos del endocrino... bueno, quien dice hoy, dice mañana.
A estas alturas de la vida ya sabe que, por muchos armarios que tenga en casa, siempre se le quedarán pequeños. Conoce por experiencia propia que cada vez que afirma "Eso yo no lo haré nunca" antes o después terminará por hacerlo y que, por mucho que cambie de peinado, su marido nunca se dará cuenta de que ha ido a la peluquería. A sus cuarenta y cuatro años todavía sufre de TCTM (Tratar de Complacer a Todo el Mundo) y padece el síndrome de nopodertenerlabocacerrada que tantos problemas le trae. Adora ir de compras y le pierden los chollos, las ofertas, las rebajas, los superprecios, las cosas gratis, el "all free"... Podría decirse que María, como el resto de miembros de la familia Frisa, es una auténtica "frisolita".
Su tarea de ser madre le absorbe gran parte de su tiempo y una parte todavía más grande de sus energías. Su hija mayor se encuentra en plena adolescencia (una etapa que disfrutan especialmente los padres) y el pequeño Hugo aun requiere muchos cuidados y atención. En su caso, aburrirse fue un verbo que desapareció con la maternidad y, desde entonces, cada día suspira porque llegue "la hora feliz": el ratito que transcurre entre el momento en que acuesta a sus hijos en la cama y el instante en que a ella se le cierran los ojos.
En fin, nada fuera de lo normal en la existencia de cualquier mujer-madre-esposa-trabajadora de hoy en día, nada que no sea desesperante en exceso, nada que María, una mujer del siglo XXI no pueda sobrellevar aunque siempre vaya con la lengua fuera y tenga la permanente sensación de no llegar a todo... Hasta que aparece en su vida La madre de Pavlito (con uve), la perfección personificada, una supermadre que se jacta de ser madre a tiempo completo, guapa, delgada e involucrada al máximo en su misión en este mundo: la crianza de su retoño.