Es curioso que, habiéndonos tocado vivir en la era de la comunicación, hayamos elegido la no comunicación como forma de relacionarnos.
No es lo mismo ser que estar y, desde luego, no es lo mismo oír que escuchar. Oír, lo oímos todo, pero ya no escuchamos nada que no sea a nosotros mismos o vibre directamente en la misma frecuencia.
Lejos de dramatizar, Candela Sierra (Ronda, 1990), haciendo gala del humor que la caracteriza y que ya desplegó en su fabuloso Rotunda (Andana gráfica, 2023), nos trae "Lo sabes aunque no te lo he dicho" (Astiberri, 2024), una novela gráfica cargada de ironía que constituye una crítica a la actual forma de socializar y, por qué no, un toque de atención.
A lo largo de todo el tebeo, Candela cuenta montón de pequeñas historias que describen diferentes tipos de egolatría y ponen de manifiesto que, aunque nademos en un mar de gente, estamos solos y esa soledad es, única y exclusivamente, culpa nuestra.
La acidez de la reflexión que plantea la autora nos hace darnos cuenta de que este mundo, sometido a la tiranía de las redes sociales y a la cultura del borreguismo, nos ha convertido en auténticas caricaturas de lo que deberíamos ser.
Así nos encontramos con personajes que se deshacen de amistades de toda la vida por la discrepancia en cuanto a un grupo de música, una pareja que rompe por elipsis, un par de tertulianos que solo son capaces de entenderse si hablan de lugares comunes, alguien que no pregunta por miedo a que le contesten, gente que come mierda (que sabe a mierda) solo porque está de moda y un sinfín de ejemplos más que ilustran lo perdidos que estamos.
El egocentrismo desmedido nos aísla.
En este segundo libro, vemos un salto cualitativo en cuanto al dibujo y a la forma de narrar. En una entrevista que le hicieron en La Resma, espacio de YouTube dedicado a la divulgación del noveno arte, Candela declaraba ser una autora en busca de estilo y destacaba, acertadamente, que hacer cómics no solo consiste en dibujar, consiste en contar historias y el dibujo debe estar al servicio de las mismas. El relato tiene que fluir respetando los tiempos.
Candela salta de historia a historia utilizando un cruce de personajes casual en la última viñeta de cada relato haciendo que, de repente, sin que nos demos cuenta, un personaje secundario pase a ser protagonista convirtiendo las partes en un todo.
Sin ponerle ningún pero a su primera obra, "Rotunda", que también es una reflexión crítica al tráfico de influencias, la precariedad laboral y el machismo, si podemos apreciar, en este nuevo trabajo, que el dibujo es más ligero y con menos saturación en el color. Utiliza más blancos y menos textos otorgándole a la narración un ritmo más pausado y certero.
Quizá ha llegado el momento de decir basta, de dejar de mirarnos el ombligo, de levantar la vista de la pantalla y empezar a interesarnos de verdad por aquellos que nos rodean. Las relaciones humanas deberían enriquecernos en lugar de molestarnos.
Quizá ha llegado el momento de reaccionar.
En definitiva, con esta nueva novela gráfica, Candela Sierra que ya se había revelado como una gran historietista, se afianza en el puesto, no solo como dibujante, sino también cómo guionista mordaz e hiriente que sabe, sin que nos demos cuenta, meter el dedo en la llaga.
“¿No crees que eludir el problema es un problema en sí mismo?”
Dejemos de eludir el problema, seamos valiente, escuchémonos.