He llegado a saber que en tiempos pasados y en épocas remotas hubo un rey poderoso llamado
Schahriar que gobernó su reino con justicia durante veinte años. Como echaba de menos la compañía de su hermano Schahzamán, le hizo llamar para que acudiera a su presencia desde el reino que a su vez éste gobernaba.
Schahzamán partió de Tartaria junto con un buen número de servidores y escoltas. Sin embargo, a medianoche recordó que había olvidado algo y este pensamiento le obligó a regresar a su palacio a cogerlo. Una vez allí una escena que le disgustó enormemente nubló sus ojos: su mujer yacía con un esclavo, aprovechando su ausencia. El rey de Tartaria vengó su honor cortando la cabeza a la mujer adúltera y a su amante; el hecho de que su esposa le traicionara al poco tiempo de partir le hacía pensar que se trataba de una práctica habitual en ella y le dejó sumido en una profunda tristeza.
Cuando por fin se encontraron ambos hermanos,
Schahriar leyó la angustia en la cara de su hermano, pero por más que le interrogó acerca de su origen, Schahzamán no cedió en sus peticiones. Hasta que presenció algo que, aunque afectaba a su hermano, en el fondo animó su espíritu: la esposa de Schahriar también era una adúltera y engañaba a su marido de un modo todavía más grave.
Ambos hermanos, dolidos por haber sido traicionados, deciden huir con la promesa de volver en el caso de que encuentren a alguien más desgraciado que ellos. Al conocer de primera mano la historia de un genio al que traiciona repetidamente una mujer que tenía secuestrada, consideran que su mal es menor y deshacen el camino hasta el palacio.
Una vez de nuevo en su reino,
Schahriar desata su furia y reclama venganza. Decapita a su esposa y su intención es hacerlo extensivo a todas las mujeres de la corte. Ordena a su visir que le traiga una mujer cada noche para, después de yacer con ella, acabar con su vida. Y así actúa, cumpliendo la oscura promesa que se ha hecho a sí mismo, hasta que una noche se ofrece voluntaria la hija del visir con la esperanza de que su plan, basado en su prodigiosa habilidad para contar historias, logre truncar de una vez por todas este terrible designio.
En este momento de su narración, Sherezade vio acercarse la mañana y calló discretamente.