"La mayoría de los hombres lleva una vida de queda desesperación"
(H.D. Thoreau)
Dotar de sentido al relato de una vida resulta casi imposible cuando falta un principio trascendente del tamaño de Dios o la razón. Teniendo en cuenta que "el ser humano vive en la oscuridad más absoluta respecto a los fines que lo animan" podríamos decir que pocas veces su existencia tiene una clara dirección, un propósito definido. El hombre busca un centro, un orden, pero sólo consigue, como dice el viejo adagio latino, dar vueltas en la noche y ser consumido por el fuego. El hombre del siglo XXI hereda la sensación de vacío y angustia existencial que devoraba al del siglo anterior. El organismo occidental se resiente ante esta verdadera plaga emocional y genera ante ella un tipo especial de defensa: el narcisismo, la necesidad enfermiza de significarse. El hombre contemporáneo combate este vacío interior hipertrofiando el ego, rellenando la nada con este exudado psicológico tan pernicioso. De la vacuidad a la vanidad sin pasar por la madurez: este es el proceso que conforma al nuevo hombre, al "
homo Lubitz".
Estamos en el año 2025. El mundo sigue careciendo de un centro. Son las grandes corporaciones como
Arconte Limited las que desde la sombra redibujan las relaciones planetarias. Auténticas telas de araña, estas gigantescas organizaciones están "enfocadas a conectar entre sí los elementos rectores de la realidad para propulsar reformas de diverso orden". Estas sociedades establecen las claves sobre cómo interpretar el mundo, conscientes de que la cuestión narrativa de cómo "decir" la realidad es la clave del nuevo poder.
Control está al frente de Arconte Limited. O´Hara trabaja para él bajo la supervisión del invisible pero omnipresente
Blomquist. Tras haber facilitado en china el éxito de la mayor operación de
biopolítica de la historia, O´Hara recibe el encargo de localizar un enigmático paraje representado en una vieja foto. Para ello contará con la ayuda de Amanda, una "cariátide" alemana entrada en años y criada bajo los principios de belleza, verdad y dignidad. La inesperada aparición del artista gráfico Placer Maduro les pondrá en la pista correcta y les mostrará que el misterio hay que buscarlo en lo visible y no en lo invisible. Una conversación casual con el cineasta
David Cronenberg, experto en filmar anomalías, reafirmará a O´Hara en su forma de entender la vida.
O´Hara es un hombre "incompleto y enigmático", fascinado por las actividades circulares que se agotan en sí mismas -la pesca, los problemas matemáticos y la pintura abstracta- y obsesionado por los accidentes, a los cuales considera acciones en su manifestación más alta y más pura. Se dedica a buscar la "
simploké" de ciertas cosas, la serie de uniones, entrelazamientos y desuniones de los elementos que conforman una determinada realidad. Para él la vida únicamente resulta tolerable como relato y consiste básicamente en una lucha contra la
entropía. Al final descubrirá que sólo lo que no ha hecho le pertenece en realidad y que lo hecho pertenece al mundo, a los otros, "a la prisa y al afán".
La prisa, el afán y el temor a la quietud, "la vida como un circuito cuyo objetivo es no detenerse", moverse sin descanso, sin finalidad, sin meta, empujados por la urgencia. Mil motivos para moverse, ninguno para echarse a un lado y apartarse. Quizá ha llegado el momento de "disolverse, esfumarse, desvanecerse", de practicar la sabiduría de la renuncia y el desapego, de lograr eliminar las adherencias mundanas, de dejar que las cosas se alejen, de dejar ir, de dejarse ir.