Stefan Zweig es un nombre imprescindible en la historia europea del siglo XX, escritor austríaco célebre por sus prolíficos escritos tanto en el campo del ensayo, con el conocidísimo texto "Momentos estelares de la humanidad" (1927), como en el ámbito de la biografía, con trabajos de importancia capital como "Fouché, el genio tenebroso" (1929) o "María Estuardo" (1934).
Fue generoso en cuanto al volumen de novelas que escribió, entre las que destacan "Veinticuatro horas en la vida de una mujer" (1929) y "Novela de ajedrez" (1941). Y no se puede dejar de mencionar su autobiografía "El mundo de ayer: memorias de un europeo" (1942), escrita durante sus últimos años en el exilio y publicada a título póstumo.
Ha sido catalogado como un conocedor de su tiempo, un observador y narrador nato de los convulsos acontecimientos del acelerado siglo XX. Alentado por los numerosísimos viajes realizados a lo largo de su vida, unas veces por placer y otras por la acuciante necesidad de escapar de las sangrientas contiendas que marcaron la primera mitad de siglo, pudo ser testigo de primera mano de dichos acontecimientos y ganarse gran reputación.
En esta ocasión, nos ofrece un relato breve pero conciso que se centra en la narración de uno de los sentimientos más manifestados por los seres humanos: los celos. Cuenta la historia de dos parejas, una joven y llena de vitalidad y otra madura y asentada. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y el texto está lleno de saltos inesperados urdidos en una trama que no deja de evolucionar y cuya tensión va in crescendo.
Lo que en un principio parece una historia que se desarrollará en el seno de las dos parejas desemboca en otra contada desde una perspectiva muy diferente pero quizás incluso más interesante. Se podría decir que es un relato con tintes morales que nos advierte del peligro de repartir el afecto de forma desigual.
Todo ello ambientado en un paraje idílico en los alrededores de Bath, en el sudoeste de Inglaterra, lo que le confiere un toque de ironía, ya que hasta en los lugares más paradisíacos y tranquilos pueden ocurrir las más terribles tragedias.
Un relato condensado y trepidante, una buena manera de descubrir otra faceta de Stefan Zweig.