Un aumento de nuestro nivel de comodidad material no implica siempre una mejora de nuestro bienestar, puede incluso conllevar un empeoramiento. Nuestra felicidad, nuestra alegría, nuestras ganas de vivir están más relacionados con el nivel de control de nuestra conciencia. A más control sobre nuestra vida interna, nuestra experiencia, nuestro pensamiento y nuestras emociones, más felicidad. Lo que pensamos, lo que sentimos, el gozo de vivir, dependen en última instancia y directamente de cómo nuestra mente filtra e interpreta las experiencias cotidianas y no del control que podemos ejercer sobre todo lo externo a nosotros ("la experiencia subjetiva no es simplemente una de las dimensiones de la vida, es la vida en sí misma").
Csikszentmihalyi estudia en esta obra lo que él llama "experiencia óptima", basada en el concepto de flujo, que sería un estado de conciencia en el que la persona está totalmente involucrada en cada detalle de la actividad que desarrolla, de forma que parece que nada más le importa. Esta experiencia es tan gozosa que se hace aunque tenga un elevado coste personal, simplemente por el placer de hacerla. Además, su repetición a largo plazo proporciona un sentimiento pleno de maestría.
Provocar y controlar estos "estados de experiencia óptimos", hacer que sucedan, es una habilidad que consigue que encontremos alegría momento a momento en todo lo que hacemos, que participemos determinando el contenido de nuestra propia vida. Si conseguimos transformar no sólo el ocio sino también el trabajo, las relaciones personales y la soledad en actividades que produzcan flujo la vida recupera su dulzura y la armonía vuelve a nuestra mente.
¿Cómo se controla la conciencia? A nuestra conciencia, a través de la energía psíquica de la atención, le llega constantemente información. Nuestra personalidad interpretará esta información en el marco de sus intereses y determinará si es congruente o no con nuestras metas personales. Si la congruencia es positiva, se suspende el desorden psíquico (entropía) y experimentamos el flujo, la agradable sensación del orden psíquico (neguentropía).
¿Qué convierte a una experiencia en óptima, autotélica, en flujo? Que la actividad sea desafiante y requiera habilidades, que involucre a nuestra conciencia totalmente, de forma que en ese momento seamos lo que estamos haciendo, que tenga unas metas claras y provoque retroalimentación inmediata, que nos proporcione sentimiento de control, que expanda el concepto de lo que somos al liberarnos de la preocupación obsesiva por nosotros mismos y que transforme el tiempo, alargando o contrayendo nuestra percepción subjetiva del mismo.
¿Cómo podemos crear sentido? Lograr flujo en una sola actividad aislada no garantiza que éste se extienda al resto de nuestra vida, por lo tanto debemos desarrollar una "personalidad autotélica", capaz de transformar el desorden en flujo, la adversidad en un desafío que proporcione disfrute, creando armonía en cualquier cosa que uno haga, transformando "la totalidad de la vida en una única actividad de flujo con metas unificadas que ofrezcan un propósito constante".
No importa lo que estés haciendo o lo que te suceda, si gozas de serenidad y vives en armonía tu energía psíquica no se desperdicia en dudas, temores, lamentos o culpas, sino que se emplea con precisión allí donde es más útil, contribuyendo al propósito y sentido general de toda una vida.