Veinte años. Ese fue el tiempo que tardó William Peter Blatty en redactar su borrador definitivo de "El exorcista". El tiempo que transcurrió desde que la idea brotó de su cabeza hasta que se vio reflejada, eventualmente, en el papel. Durante dos décadas, el autor trató su obra con sumo mimo, con ese perfeccionismo exacerbado que, llevado a buen puerto, garantiza siempre un trabajo bien hecho. El producto final vio la luz en 1971 y fue trasladado a las salas de cine dos años después. Había nacido el primer best seller de terror de la historia.
"El exorcista" cuenta la historia de Regan McNeil, una joven de once años que se convierte de la noche a la mañana en la fatal víctima del demonio Pazuzu. El grado de posesión rebasa límites insospechados y solo el sacerdote Damien Karras parece dispuesto a hacerse cargo de la solución más comprometida: el exorcismo.
Lo primero que llama la atención de la novela es su exagerado volumen de documentación. Los tecnicismos médicos que aparecen en sus páginas ponen de manifiesto un arduo trabajo de preparación, como lectura de manuales altamente especializados, visitas frecuentes a bibliotecas e incluso entrevistas con expertos en materia psiquiátrica y religiosa.
Este empeño de Blatty por respaldar todas sus afirmaciones con un sustrato académico logra infundir en el lector una extraña sensación de inquietud. De alguna manera, el hecho de que los sucesos estén resguardados bajo el paraguas de la ciencia aporta a la trama una dosis de escalofriante credibilidad. La agonía que sufre Regan pasa a ser un acontecimiento cercano, hipotético, probable. En algo que podría ocurrir sin previo aviso, que no se trata de un ramalazo de inspiración del escritor. Es en esa conexión con el mundo real donde reside el lado aterrador de la narración.
A esto se suma el estilo del autor, que sienta un precedente en las futuras novelas de terror. La prosa de El exorcista es sobria y ligera. Las páginas dedicadas a las escenas de menor tensión están repletas de diálogos ágiles y frases cortas para fomentar una lectura rápida. Sin embargo, los pasajes que se sitúan en la habitación de la niña se recrean en detalles de una forma macabra y enfermiza.
De esta manera, Blatty pretende recalcar la grotesca transformación de Regan en el momento de la posesión, su rostro demudado, sus ojos en blanco, sus vómitos biliares e intermitentes, su voz gutural…El resultado es una descripción tan exacta que el lector puede reproducir en su cabeza cada uno de los rasgos de la joven como si se tratara de una imagen vívida. Como si entre las manos que sujetan el libro y la cama de la chiquilla hubiera tan solo unos metros…
Existen varias enseñanzas que pueden extraerse de "El exorcista", pero la más interesante es la que hace referencia a la culpa, abordada en dos vertientes. La primera, la culpa que aprisiona el corazón de Chris McNeil, la madre que se siente responsable de todo cuanto ha ocurrido y que no puede evitar martirizarse por no haber sido más atenta, por no haber escuchado a su hija cuando debía.
El segundo es el remordimiento que experimenta el sacerdote Damien Karras, un hombre atenazado por los fantasmas de su pasado, profundamente decepcionado consigo mismo, que, incapaz de perdonar sus errores de antaño, busca cualquier medio a su alcance para lograr la redención. Para postrarse en el lecho de muerte sin cargos de conciencia.
La moraleja de la novela muestra que la culpa es siempre el inicio de cualquier mal, la primera gota del veneno que contaminará nuestra alma si no es extirpado de inmediato de nuestro interior. La culpa nos hace peores personas. Es un gusano que devora poco a poco nuestra energía positiva. Son unos grilletes invisibles que arrastramos allá donde vamos. Y, llegado cierto punto, daríamos lo que fuera con tal de librarnos de ellos. Incluso la propia vida.
"El exorcista" no defrauda a nadie. Tiene todos los ingredientes de un gran clásico del terror moderno. Fenómenos paranormales, escenas de máxima tensión y un elenco memorable de personajes hacen de esta obra un candidato indispensable para ocupar el estante del aficionado al género del horror. Veinte años, sin duda, bien invertidos.
Curiosidades: - El escritor y director de cine William Peter Blatty comenzó a escribir esta novela en la década de 1950, tras leer sobre un caso real de posesión satánica en Maryland. El interés por los hechos fue tal que se dedicó a investigar sobre este tipo de sucesos paranormales durante veinte años. Cuando su novela vio la luz se convirtió en el éxito de la década.
- Blatty fue también guionista y productor de la película del mismo nombre, dirigida por William Friedkin. "El exorcista" resultó ganadora de un Óscar al mejor guion adaptado en 1973.