Tancredi es un joven de familia rica, inteligente, atractivo, un hombre de éxito. La herencia que le dejó su abuelo y la gestión de sus negocios de comercio de madera, oro, petróleo y diamantes le convirtieron en multimillonario. La suerte le acompaña a donde quiera que va, su presente es espléndido y su futuro brillante. Su vida está rodeada de lujos y sus deseos son órdenes que acatan de inmediato el equipo de personas que le rodean, pendiente de él hasta en los más pequeños detalles. Entre su fortuna se encuentra una pequeña isla paradisíaca, su oasis particular, donde acude cuando necesita paz.
Sin embargo, tiene una debilidad: es incapaz de profundizar en el amor, de entregar sus verdaderos sentimientos a una mujer. Tancredi ha mantenido relaciones con muchas mujeres, algunas de gran belleza y fama, pero por su forma de proceder parece que rehuye de la felicidad, incluso es capaz de provocar la ruptura de otras parejas felices, sin ningún remordimiento. Nadie comprende esta actitud, nadie sabe cuánto afectó a Tancredi un suceso terrible sucedido hace mucho tiempo.
Sofía era una promesa del piano. Ante ella se abría todo un mundo de posibilidades, seguro que se convertiría en una estupenda pianista. De repente, su vida sufrió un giro inesperado tras discutir con Andrea, su novio. Las consecuencias del enfado fueron fatídicas, ya que desembocaron en un accidente que dejó a Andrea en silla de ruedas. Desde ese momento, Sofía tomó la difícil decisión de abandonar sus sueños y dedicar su vida al cuidado de Andrea.
Tancredi y Sofía son dos personas diametralmente opuestas; sin embargo, en ocasiones el destino es caprichoso y provoca encuentros inesperados. Cada persona nueva que conocemos cambia algo en nuestra vida, en menor o mayor medida, aunque en un primer momento no seamos conscientes de las consecuencias. En "Esta noche dime que me quieres" las vidas de Sofía y Tancredi se cruzan y, desde ese encuentro, ya nada vuelve a ser igual.
Federico Moccia muestra en "Esta noche dime que me quieres" que los caminos que conducen hacia la felicidad a menudo están ocultos y, desde luego, siempre merece la pena realizar el esfuerzo de descubrirlos. A menudo hay sorpresas en el trayecto y, lo que en principio parece un error o puro azar, puede que no sea tal, y es entonces cuando surge en nuestra interior la gran pregunta: "¿Y si ha sido la fortuna la que ha hecho que me equivoque? ¿Y si es cosa del destino?".