El ciego de la venda negra preguntó "cuántos ciegos serán precisos para hacer una ceguera".
Desconozco la cifra exacta, pero sé que los personajes de José Saramago en "Ensayo sobre la ceguera" la superan. Como una epidemia contagiosa, la "ceguera blanca" se fue extendiendo por toda la ciudad. Un hombre que estaba esperando en un semáforo fue el primero en quedarse ciego de repente y esta enfermedad se fue apoderando de todos: del ladrón de coches, de la joven de las gafas oscuras, del niño estrábico, del médico... toda la humanidad se queda ciega excepto una persona: la mujer del médico.
Desesperados y enloquecidos por su enfermedad luchan a toda costa por sobrevivir. Entre los ciegos se impone el egoísmo y por tanto la ley del más fuerte; en estos casos el hombre pierde toda su humanidad.
Una vez visto todo lo que sucedió entre esos ciegos enclaustrados en cuarentena, para esta gente fue mucho peor quedarse sin principios que quedarse ciegos. La verdadera enfermedad no fue la ceguera, fue la falta de ética, de solidaridad y de amor. Uno de ellos lo reconoce: "Ya éramos ciegos en el momento en que perdimos la vista, el miedo nos cegó, el miedo nos mantendrá ciegos".
En esta situación ser la única persona capaz de ver no es una posición cómoda. "La ceguera también es esto, vivir en un mundo donde se ha acabado la esperanza". No es nada fácil hacer de guía a los ciegos mientras se ve claramente al ser humano en su gran equivocación, en su ceguera que sólo genera horror. ¿De qué le sirve ver a la mujer del médico? Saramago responde: "Le servía para saber del horror más de lo que hubiera podido imaginar alguna vez, le servía para desear estar ciega, nada más que para eso".
Por terrible que parezca, estoy segura de que la gente reaccionaría de forma parecida si las circunstancias que plantea Saramago en "Ensayo sobre la ceguera" ocurrieran en realidad. "El mundo está lleno de ciegos vivos" y estoy de acuerdo con él en que "no somos inmortales, no podemos escapar a la muerte, pero al menos deberíamos no ser ciegos".
Pertenecer a la raza de los seres humanos conlleva unas responsabilidades y es necesario mantenernos lúcidos. "El sueño ocupando el lugar de la memoria, a dónde iremos a parar por ese camino". Si no podemos soportar con entereza nuestros miedos podemos caer en la ceguera, porque "hasta este punto puede engañarse al espíritu cuando se rinde a los monstruos que él mismo ha creado".
Uno de los personajes de la novela opina que, o tenemos palabras de más, o sentimientos de menos. Qué lamentable que nos falten sentimientos. Vivimos inmersos en un mundo en el que la epidemia de la ceguera blanca comenzó hace mucho tiempo. Sólo espero llegar a tiempo y mantener la lucidez suficiente para no tener que decir: "Si alguna vez vuelvo a tener ojos, miraré verdaderamente a los ojos de los demás, como si estuviera viéndoles el alma".
La chica de las gafas oscuras nos dio la clave cuando reflexionó: "Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos". Yo por mi parte procuraré cuidar mi identidad como ser humano, mi esencia, porque si alguna vez la perdiera podría quedarme ciega y me perdería a mí misma.