¿Qué libros deseamos o necesitamos de verdad? Seguramente aquellos con los que renovamos el encanto del mundo, aquellos que hacen súbitamente posible el descubrimiento de misterios elementales escondidos tras nimiedades, aquellos que permiten que nos extasiemos ante fragmentos de belleza "irracionales, ilógicos, inexplicables". En definitiva, aquellos que nos hacen felices, entendiendo por felicidad, eso sí, no un estado de bienestar y satisfacción sino más bien una forma de percibir las cosas, de maravillarse, de "atrapar las partículas de luz que bullen a nuestro alrededor".
Lila Azam Zanganeh descubrió a través de Nabokov que lo esencial es capturar "la luz" por medio del lenguaje y el conocimiento más sutil, el cual, en su grado máximo, conduce hacia la "felicidad perfecta", hacia la capacidad alquímica de convertir lo más prosaico en una "sorpresa única".
Leyendo "Ada o el ardor", "Lolita" o "Habla memoria", Lila Azam ha rastreado las partículas de felicidad que Nabokov diseminaba a lo largo de su obra y que no eran más que el producto de su fascinante manera de ver la realidad, de captarla con las palabras, y luego ha construido con "El encantador" un texto-mapa que nos permite orientarnos en el complejo universo personal y creativo de este genio de la literatura universal. Además, nos ha descubierto y pulido hasta la transparencia la particular "lente de Nabokov" a través de la cual admirar la realidad hasta sus más pequeños detalles, aquellos que tanta dicha le producían al gran escritor ruso ("tratad con amor los detalles, los divinos detalles") y que para Lila Azam construyen la chispa sensual del mundo de Nabokov.
La importancia del primer amor y su remembranza en la vida y, sobre todo, en la obra de Nabokov. La certidumbre de que la conciencia, además del mayor de los misterios, es lo único real. El papel clave de Vera Evseevna Slonin, su esposa, amante, lectora, mecanógrafa, agente, guardaespaldas, pareja de ajedrez, a la que Nabokov dedicó casi todas sus obras "y, que por misteriosos procesos de reflexión del color -afirma Nabokov- a menudo ha quedado reproducida en los espejos interiores de mis libros". El conocimiento de que en el arte en general y en la literatura en particular lo que importa no es el mensaje o la moraleja, sino el éxtasis de sentir y ver. La nostalgia como forma "sensual" de volver a las raíces remotas de los determinantes actuales de nuestra alma. La consideración del tiempo como una esfera sin salida que nos empuja hacia el "reluciente ahora". La idea de que el secreto se enmaraña detrás de las palabras y hay que atraparlo como haríamos con una mariposa, usando una red y caminando de puntillas, para acabar componiendo un tejido literario con las piezas cobradas, recombinándolas con "espléndida insinceridad".
He aquí unas cuantas claves desde las que acercarse a la obra de Nabokov y también a su vida, si es que pueden separarse. Una vida y una obra plenas, rodeadas de magia, extrañeza y momentos de dicha. La vida de un artista absolutamente original, en la que biografía y estilo son la misma cosa.