Un escritor veterano y de éxito, en un momento de lucidez, se da cuenta de que todo lo que ha escrito es una "penosa impostura", de que no se puede decir nada que valga la pena en "esta inmensa convención que es el arte". Se siente viejo y solo. Una niebla negra y densa le envuelve y ya vislumbra la muerte.
Cansado de la literatura, nuestro narrador decide escribir unas páginas a las que no considera literatura. Unas páginas que supongan "el trocito de masa en torno al cual podría volver a crecer el pan ligero del mundo", unas páginas que le hagan volver a creer que el mundo existe, que fuera de uno existe algo y no sólo una "noche sólida como un infinito témpano de brea".
Decide escribir acerca de un legendario ruletista que según él existió, que parecía un personaje literario absurdo y delirante pero que fue un hombre real que se convirtió en ficción, en parábola viviente. Este ruletista al que nuestro narrador dice haber conocido fue un niño brutal, un adolescente con crisis epilépticas y enorme apetito sexual y un adulto encarcelado por violación y robo. La pobreza y el alcoholismo lo acaban empujando a convertirse en un mito de la ruleta rusa, un macabro juego de apuestas clandestino en el que ganar suponía ver morir a un hombre con la cabeza reventada por un disparo.
La ruleta rusa atrapaba por su simplicidad geométrica. El ruletista tenía cinco posibilidades sobre seis de salir con vida. Cuantas más balas en el tambor menos posibilidades de sobrevivir, pero más ganancias. Una bala era la norma. Nuestro ruletista la cambia, dos balas, tres balas, cuatro balas, cinco balas, "era un hombre al que le fue concedido vislumbrar el infinito dios matemático y luchar cuerpo a cuerpo con él". Consigue sobrevivir y se hace rico. Al final decide usar seis balas, el tambor completo, una muerte segura...
En el fondo el ruletista era un suicida, apostaba contra sí mismo. Estaba seguro de morir cada vez que apretaba el gatillo, pero tenía "mala" suerte y sobrevivía, venciendo siempre a los dioses del azar.
El narrador de este relato ficcionaliza la realidad y en este proceso queda incluido en la ficción, pasando a ser inmortal a través de la literatura ("estas hojas contienen mi proyecto de inmortalidad"). La literatura al fin es el espacio donde lo imposible es posible, donde un personaje real puede estar excluido de las leyes del cálculo de probabilidades y un narrador, por el hecho de convertirse también en personaje, evade la muerte y se vuelve eternamente presente en cada lectura del texto.
Curiosidades: - "
El ruletista" ("
Ruletistul" en su versión original) era el relato con el que se abría una serie de historias que componían "
El sueño", primer libro de prosa de
Mircea Cartarescu. La
censura comunista del régimen de
Ceausescu no dejó que publicara el relato de "
El ruletista" por considerarlo demasiado violento y además mutiló el resto de historias que componían este libro.
- Para más información sobre el libro y el autor, es posible escuchar el programa de radio que Bruno Montano le dedica:
"El ruletista", de Mircea Cărtărescu - Trabalibros en Valencia Radio.