A pesar de haber colgado hace mucho tiempo los hábitos, los trece años que Ottavia Salina dedicó en cuerpo y alma al servicio de Dios mantuvieron viva en ella la llama de un profundo sentimiento religioso de naturaleza inextinguible. La que perteneció en el pasado a la orden de la Venturosa Virgen María es ahora una mujer enamorada de Farag Boswell, el hombre de su vida y el culpable de que decidiera dejar de ser una monja siciliana para convertirse primero en una aventurera sin pretenderlo y más tarde en una esposa felizmente casada.
Su tenacidad y valentía llevó a Ottavia y Farag a descubrir la tumba de Constantino el Grande y, al mismo tiempo, a investigar la secta de los Staurofilakes. Durante la aventura conocieron a Kaspar Glauser-Röist, el último Catón, un capitán de la guardia Suiza del Vaticano que disponía de línea directa con el Papa y estaba encargado de impedir que los trapos sucios del Vaticano salieran a la luz. Pero todo eso queda ya muy atrás y esta célebre pareja experta en Paleografía e Historia disfruta ahora de una vida tranquila y sin sobresaltos en Canadá. Ambos trabajan para la Universidad de Toronto y el mayor acontecimiento que rompe su monótona rutina es la presencia de Isabella, la bella y jovencísima sobrina de Ottavia que vive con ellos, completando así una unidad familiar poco convencional.
Al menos, así era hasta la noche en la que se presentaron en su casa Jacke y Becky Simonson, una pareja de millonarios octogenarios que portaban un objeto misterioso: un pequeño relicario en forma de sarcófago de plata con cubierta de cristal profusamente adornado. En su interior, aseguraban los ancianos, había una reliquia de la Vera Cruz. Pero, ¿era aquello posible? Tanto Ottavia como Farag saben que ya no quedan reliquias auténticas de la cruz en la que fue crucificado Jesucristo, únicamente se conservan falsificaciones puestas en circulación por la Iglesia para fomentar la fe de sus fieles. Sin embargo, las indicaciones expresadas por Jacke y Becky ofrecen pruebas consistentes de que en esta ocasión podría tratarse de una reliquia verídica.
Si las referencias que ofrecen los Simonson son ciertas, siguiendo las pistas podrían llegar hasta las tumbas de Jesús de Nazaret, su madre y sus hermanos. Los ancianos están dispuestos a poner los medios necesarios para acometer esta investigación y Ottavia y Farag son las personas más indicadas para emprenderla, si no fuera por el dilema moral que a ella se le plantea. El descubrimiento de los restos echaría por tierra varios de los dogmas defendidos por la Iglesia. Si se demostrara científicamente que Jesús no resucitó, se dudara de la virginidad de María y se comprobara que tras la muerte de ambos no ascendieron a los cielos, ciertamente la fe mantenida por millones de cristianos en todo el mundo se tambalearía. Y Ottavia, que sabe que "para ser realmente libres sólo tenemos la incertidumbre, la desconfianza y la duda", debe decidir entre seguir el impulso de desvelar la verdad o mantener los ojos cerrados ante esta posibilidad.
Tras decantarse por la primera opción, Ottavia y Farag inician la búsqueda de los osarios, zambulléndose así en una aventura no menor que la vivida hace unos años. En esta ocasión les acompañará Kaspar que, tras renunciar al cargo de Catón, reaparece ahora con su hijo Linus. Abby, la nieta de los Simonson, se ofrecerá a participar en la arriesgada empresa y también la rebelde, joven y hermosa Isabella, que cuidará del pequeño Linus. El grupo emprenderá así un viaje trepidante hacia Estambul, Tierra Santa, Mongolia y Persia plagado de aventuras increíbles, míticos enigmas, graves peligros y difíciles pruebas. Rastrearán los pasos de Marco Polo y seguirán la Ruta de la Seda con el objetivo de desentrañar uno de los más grandes misterios de la humanidad, tratando de arrojar algo de luz sobre la Historia y teniendo siempre presente que "el pasado lo reescribimos entre todos, haciéndonos cómplices de aquellos que nos engañaron, nos asustaron y nos dominaron".