"Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No solo porque nunca he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual, tengo gAnnes de escribir y mucho más de desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas espinas. «El papel es más paciente que los hombres.» Me acordé de esta frase uno de esos días medio melancólicos en que estaba sentada con la cabeza apoyada entre las manos, aburrida y desgAnneda, sin saber si salir o quedarme en casa, y finalmente me puse a cavilar sin moverme de donde estaba. Sí, es cierto, el papel es paciente, pero como no tengo intención de enseñarle nunca a nadie este cuaderno de tapas duras llamado pomposamente «diario», a no ser que alguna vez en mi vida tenga un amigo o una amiga que se convierta en el amigo o la amiga «del alma», lo más probable es que a nadie le interese".
Una familia judía alemana que logró establecerse en Amsterdam huyendo del régimen de
Hitler observa con estupor el avance del antisemitismo. Polonia es tomada, la Segunda Guerra Mundial irrumpe con fuerza y Alemania invade los Países Bajos. El ejército holandés se rinde y las restricciones empiezan para los
judíos. Prohibido ir a parques, cines y tiendas. Prohibido ser propietarios de negocios. Todos los niños deben ir, separados del resto, a escuelas judías.
Los
nazis avanzan y presionan cada vez más al pueblo judío. La
familia Frank advierte el peligro y decide pasar a la clandestinidad para escapar de la persecución.
Otto, el cabeza de familia, acondiciona un escondite en "
la casa de atrás", una buhardilla cercana a los almacenes de la compañía que posee. Poco después, pedirán asilo en esta casa cuatro personas más. Les ayudan varios empleados de la oficina. En total serán ocho las personas recluidas huyendo del Holocausto.
El 12 de Junio de 1942 una niña recibe un diario como regalo de su 13º cumpleaños. Lo escogió ella misma de la librería, era algo que realmente anhelaba tener. Lo estrena dos días después; escribir lo que piensa y lo que siente le ayudará a entenderse mejor a sí misma. También a desahogarse. Es una de las primeras cosas que coge cuando sus padres le comunican que van a esconderse.
El enclaustramiento forzado en "
la casa de atrás" no aplaca los deseos de
Ana de ser una genuina adolescente. Tampoco apaga su alegría natural. Mantiene la esperanza en que algún día termine esa terrible guerra que estigmatiza a los judíos para poder llegar a ser personas igual que los demás. Procura no perder la calma y el ánimo, sabe que "aquel que es feliz puede hacer dichosos a los demás. Quien no pierda el valor ni la confianza, jamás perecerá en la calamidad".
El 1 de Agosto de 1944 Ana da por concluido su
Diario. Lo ha revisado entero, corrigiendo y reescribiendo algunas partes. Tres cuadernos escritos de su puño y letra recogían las reflexiones y el sentir de una joven a la que le robaron la adolescencia. Tres días después unos vecinos delatan a las ocho personas que permanecían escondidas en "la casa de atrás". Tras pasar por varios campos de concentración, el tifus causado por la falta de higiene en
Bergen-Belsen acaba con su vida en Marzo de 1945. La misma suerte corrió el resto de su familia. Todos excepto su padre,
Otto Frank, que logró sobrevivir a
Auschwitz. Una de las personas que le ayudaron a mantenerse ocultos le entregó los escritos de su hija y Otto, siguiendo los deseos de Ana, publica el Diario en 1947. El testimonio de
Ana Frank se convertiría en el texto por excelencia en defensa de la dignidad humana en tiempos de horror, guerra y muerte.
"No es menester mucha imaginación para comprender esta eterna letanía de la desesperación: «¿De qué sirve esta guerra? ¿Por qué los hombres no pueden vivir en paz? ¿Por qué esta devastación?» [...] ¿Por qué hay hombres que sufren hambre, mientras que en otras partes del mundo los alimentos sobran y se pudren? ¿Por qué los hombres han enloquecido así? Jamás creeré que únicamente los poderosos, los gobernantes y los capitalistas son responsables de la guerra. No. El hombre de la calle también es responsable. Si no, los pueblos hace rato que se hubieran rebelado. Los hombres han nacido con el instinto de destruir, matar, asesinar y devorar: hasta que toda la humanidad, sin excepción, no sufra un enorme cambio, la guerra imperará; las construcciones, las tierras cultivadas serán nuevamente destruidas, y la humanidad no tendrá más que volver a empezar".