"¿Por qué no hay todavía en mí nada que se doble, nada que se encorve, o por qué, en todo caso, no se ha manifestado todavía suficientemente? Y es que hoy querría casi que algo en mí se hubiera roto hace tiempo, que se hubiera partido en dos en mi seno, algo inflexible, orgulloso, libre, suelto, alegre, algo de lo que no me prometo en el fondo provecho alguno, algo superfluo, lujoso, estratificado en cierto sentido como una montaña, aunque por otro lado me alegro lo indecible de que este algo siga por el momento existiendo".
Un
escritor al que algunos consideran poeta y que en ocasiones se presenta a sí mismo como periodista reside en una ciudad "no muy grande pero rica en expresiones" en la que de vez en cuando se siente relativamente feliz. A pesar de su talante silencioso, su escasa vida social y su incapacidad manifiesta para el entusiasmo, la exaltación y el arrebato, el contacto con "personas que irradian confianza y rebosan alegría de vivir" le satisface.
En el curso de un paseo el protagonista decide escribir un
diario o dietario que, de forma sencilla y sin ningún tipo de afectación o "fanfarronada", le permita hablar con tiento de una experiencia que ha tenido de tipo amoroso. El texto será "fruto de su propiedad y su intelecto", ya que mentalmente se moverá en un terreno sólo suyo, apoyándose en lo que ha conocido por sí mismo. Para él la escritura "corre pareja a la vida; se entrevera con ella" y es de la opinión que los movimientos realizados en la vida exterior van abriendo la vida interior y desatascando la energía creativa.
El texto va avanzando y con él una serie de reflexiones hechas a su paso ricas en referencias metaliterarias, éticas, estéticas y psicológicas. De esta forma el aparente
diario se transforma en realidad en un relato que sirve de escusa al autor para teorizar "con no poco afán" sobre los más variados temas con los que se va encontrando en su trayecto hacia "los dominios de su experiencia vital". Una experiencia acumulada que observa al autor con "aire problemático" desde la posición que mantiene aquello que aun no está resuelto. Cabos existenciales por atar que, en forma de dudas inquisitivas, traslada a la mujer de la que está enamorado a través de una carta personal dirigida a ella con la que concluye su texto. Dudas acerca de su melancolía y carácter taciturno, de su aparente mediocridad, de su inseguridad e irresolución, de su impronta soñadora y poco realista.
En definitiva, estamos ante una conversación íntima en la que el protagonista, no sin cierto fantaseo ("para completar lo que es real es necesario persuadirse o imaginarse de vez en cuando alguna cosa") trata de reflejarse por entero y al hacerlo cumple con el mandato que se había propuesto al principio: "escribir un libro del yo". Para esta tarea de acechar por escrito la vida se exige coraje, valor para enfrentarse al principio de realidad, esfuerzo, constancia y una intención irrenunciable de conseguir una historia verdadera, sea ésta o no particularmente interesante.