Un inocente delito cometido por unos jóvenes, una estafa de doce rublos con cincuenta falseando un cupón de dos rublos con cincuenta, se convierte con el paso del tiempo en una auténtica desgracia para aquellas personas que de una forma u otra se ven rozadas por este hecho. Cada personaje de esta breve narración viene de la mano de un personaje previo, guardando una pequeña relación o ni eso, simplemente cruzarse en el camino de alguien cuando no debía.
Durante la primera parte, una sucesión de desgracias, malas acciones e incluso crueles, asesinatos, robos y una larga serie de circunstancias involucran a un nutrido grupo de personas; algunas de ellas terminarán muertas, otras en la cárcel… En la segunda parte, se mezcla el motivo de la redención a través de los evangelios. De esta manera, la esencia moral y la religiosa se entremezclan con el fin de llegar a un desenlace que, en cierta medida, deje al lector con una sensación menos apesadumbrada, pero en ningún caso eliminará los males cometidos por muchos de los personajes, desde el joven que falsifica el cupón hasta el adulto que asesina a varias personas sin ningún motivo aparente, más allá de hacer el mal como venganza a unas leyes que le arruinaron la vida.
Aunque los estudios sobre el autor indican que en los cuentos cortos se centraba en los temas sociales y en los largos en las cuestiones religiosas, en este caso se tratan los dos. La maldad y bondad del ser humano, las necesidades económicas de una sociedad… Y por otro lado, la conversión a la fe de algunos de los personajes marca el devenir de la segunda parte de este relato.
La narrativa concisa y simple de Tolstói es destacable. Un relato corto en el que aparecen tantos personajes podría necesitar una historia más larga, sin embargo, su estilo narrativo nos hace entender que el cuento tiene la extensión precisa. Una lectura interesante para detenerse y no perderse entre los personajes tan parecidos y tan diferentes que nos presenta el autor.