Maya Vidal es una chica difícil. A sus 19 años ha tenido problemas serios con las drogas y el alcohol y, por si eso fuera poco, le persigue el FBI, la Interpol y una mafia criminal de las Vegas.
Maya es alta, desgarbada y tiene un aspecto curioso, cualquiera a simple vista podría describirla como "un obelisco de pelos pintados en cuatro colores primarios y con una argolla en la nariz". Vivía en Estados Unidos y su Nini (Nidia Vidal, su abuela) trazó un plan para hacerla desaparecer durante algunos años. Era necesario protegerla porque, desgraciadamente, a Maya le asaltó uno de esos "momentos en que uno no tiene ningún control sobre su propia vida".
Así que su Nini la envió a su país natal, Chile, "donde el océano se come la tierra a mordiscos y el continente sudamericano se desgrana en islas". En uno de esos islotes, casi invisible en el mapa, recala Maya. Exactamente en Chiloé, de costumbres y modo de vivir totalmente diferentes a lo que Maya estaba acostumbrada.
Allí la acoge en su casa Manuel Arias, un anciano antropólogo amigo de su abuela, que la presenta como ayudante suya. El trato es que la chica devuelva en parte el favor transcribiendo las grabaciones de sus entrevistas y pasando a limpio las notas que Manuel toma para su futuro libro.
A pesar de su exilio forzoso, Maya no está sola. En su interior siempre puede recurrir a su Nini o a su querido Popo, que aunque ya no se encuentra entre los vivos la acompañará siempre. Popo (Paul Ditson II) era el segundo marido de su abuela y por tanto abuelo de Maya, aunque no biológico. Su Popo era un fantástico y peculiar personaje, un inteligente profesor de la Universidad de California en Berkeley, uno de los pocos astrónomos afro-americanos en una profesión de abrumadora mayoría blanca, que intentaba probar la existencia de un planeta que sólo existía en su imaginación. Un hombre amable y encantador que "poseía la rara combinación de una mente brillante y la fantasía de un soñador" pero carecía por completo de sentido común.
En su nuevo hogar a Maya se le irán revelando datos sobre la vida de sus padres y abuelos, que configuran parte de su propia historia, y a su vez necesitará hacer acopio de valor para mirarse de frente a sí misma y a su pasado.
"Chiloé tiene su propia voz". En esta exótica isla Maya se encuentra con una cultura relajada, natural, cuajada de supersticiones, leyendas y magia. Aunque esto último no es patrimonio exclusivo de Chiloé, sólamente hace falta afinar la sensibilidad para descubrirla porque, como dice Isabel Allende en una de las páginas de "El cuaderno de Maya", "el mundo entero es mágico".