Si nuestra vida está hecha de recuerdos, perder recuerdos equivale a perder vida. Del mismo modo que ganar recuerdos implica en cierto modo vivir más.
Andrés tiene dos vidas, la vivida y la recordada. Hasta aquí, nada que se salga de lo normal: la vida, con el paso del tiempo, se transforma al pasar por el filtro de la memoria y se convierte en otra, más íntima, más nuestra. Sin ser conscientes de ello, procesamos los recuerdos hasta hacerlos masticables, digeribles, asimilables. Los recuerdos envejecen, deformándose. Algunos se estiran, otros se contraen; recuperamos tan sólo una porción de lo vivido, la que nuestro subconsciente escoge sin pedirnos opinión. Y esa parte recuperada muta -en mayor o menor medida- según los caprichos de la memoria, de nuestro Yo más profundo, hasta llegar a ser más importante que lo realmente vivido y convertirse para cada uno de nosotros en nuestra Verdad.
A la Verdad -ficción creada por el escritor loco que habita en algún lugar de nuestra mente al que le gusta jugar con los recuerdos- le damos el nombre de Pasado y es esencial para el ser humano porque está íntimamente ligado a la identidad. Somos nuestro pasado y con él construimos los fundamentos de nuestro futuro. Pero, ¿qué ocurriría si el pasado fuera un interrogante para el que nuestro cerebro no pudiera encontrar respuesta?
La memoria siempre es mentirosa, pero la de Andrés lo es mucho más. El protagonista de la novela de Carlos del Amor es víctima de un cerebro mutilado empeñado en autorrepararse rellenando sus carencias de recuerdos inventados. Desconoce su pasado, duda del presente y se extravía ante el futuro. Andrés es un hombre que ha perdido su identidad, una sombra sin cuerpo, un fantasma de sí mismo. Sufre el boicot de su mente que confabula hipótesis verosímiles, tan reales y tan falsas como un sueño. Pero Andrés nunca despierta. Vive sumido en alucinaciones imposibles de diferenciar de la vida real.
Una mañana se levanta con la firme intención de asesinar a alguien. Se trata de un escritor contratado por la editorial para la que trabaja. Nunca le gustó Juan, pero ahora que tiene la certeza de que se acuesta con su mujer su presencia se la ha hecho insoportable. Y Andrés, ciego de celos, odio y venganza, hunde repetidamente el cuchillo en el vientre de Juan...
Curiosidades: - Carlos del Amor se inspira en un trastorno mental que existe en realidad llamado Síndrome de Korsakoff (enfermedad conocida comúnmente como "Confabulación") para la elaboración de esta novela. Asegura además haberse basado en una noticia que conoció gracias a su trabajo de periodista, protagonizada por una persona que poseía recuerdos de momentos que no había vivido.